miércoles, 30 de enero de 2008

Trayecto


Beatriz me pregunta cuánto falta para llegar. Nunca le gustó viajar en auto. Tremendas rabietas le daban sentada en su sillita para bebés. Allí, sujeta mientras yo trataba de conservar la calma para que llegásemos sanas y salvas, las dos a nuestro destino. Beatriz me sigue preguntando cuánto falta para llegar, bien si vamos al centro de Miraflores, a 10 cuadras de mi casa, a Punta Hermosa, en el kilómetro 45 de la Panamericana Sur o a Ica, a más de 200 kilómetros, creo, de Lima. Siempre he tratado de responderle haciendo rápidos cálculos mentales. Aun me acuerdo de la única fórmula que aprendí en el curso de Física, v:e/t. De hecho, me sirve hasta hoy, será por eso que la recuerdo. Entonces, miro el velocímetro, y calculo el tiempo de acuerdo a la distancia que nos falte recorrer. Simple hasta para una persona reñida con los números como yo. Últimamente me he estado cansando un poco de responder a esa pregunta, sobretodo ahora que nos hemos mudado a la playa. Entonces el otro día ensayé una respuesta diferente. Le dije, tan importante como la llegada es el trayecto. Disfruta el camino y olvídate del tiempo que falta para llegar. Ella me siguió la conversación, y lejos de ahuyentar las preguntas las exacerbé. Debí imaginarlo, es una niña de 10 años, inquieta, que no se traga cualquier respuesta por más de que ésta venga de su mami. Pero, me dijo, lo que a mi me importa es l-l-e-g-a-r, casi deletreando la palabra para que me quedara bien claro. Los caminos me aburren. No insistí con más explicaciones metafísicas sobre la importancia de vivir el ahora, sobre la validez del presente y la incertidumbre del futuro, sobre el desprendimiento de la temporalidad para el goce del espíritu y el despertar de la conciencia, bla, bla, bla… Mi hija me recordaba a mí misma. Yo a los 5,6,7,8 hasta los 17, pasando indefectiblemente todos los días por la puerta de la Universidad de Lima y diciéndome, me faltan 12 años para ir a esa universidad, me faltan 11, me faltan 10 y así… y como no hay plazo que no llegue y fecha que no se cumpla ( es así el dicho?), llegué. Llegué para luego empezar, me faltan 5 años para terminar la carrera, 4, 3, 2… y toda la cuenta regresiva de rigor. Lo mismo cuando nació mi primer hijo, llevando vehementemente la cuenta en el calendario hasta celebrar el primer añito, y por supuesto el primer año llegó, pero arrastró consigo al segundo, al tercero, y a toda la recatafila de años que ya no puedo revivir. Ahora tiene 19 y yo quisiera no haber apurado tanto su llegada a la adultez. Debe haber alguna explicación psicoanalítica para esa pulsión por la llegada. ¿Será tanática o será erótica?. Sin dármelas de freudiana intuyo que debe haber una fuerte dosis de muerte en todo ese desespero por llegar. La muerte como última llegada, pero en cada parada la muerte de a pocos. Hasta que estás por la mitad del trayecto, mas o menos, como me empieza a pasar a mí, y revisas el cuaderno de bitácora, y zas! Te das cuenta que lo queda por recorrer quizá sea menos que lo recorrido y el corazón de un brinco te dice, take it easy, saca el pie del acelerador, contempla el paisaje, para en los grifos, recarga combustible, observa las señales, recoge pasajeros, deja tanto equipaje o por lo menos aligéralo, busca un buen co-piloto, túrnense, cambien de ruta de vez en cuando, salgan de la rutina, deténganse a ver el sunset, paren en los restaurantes al pie de la carretera a charlar un rato, entérense de las historias de los lugares, miren a la gente, escuchen a la gente, desperécense (y algo más) en los telos del camino, lleven bastante música, apaguen la música de rato en rato, no se dejen cegar por las luces que vienen en contra, no compitan con el del carril del costado, ay!!! Beatriz, para qué me preguntas tanto…

martes, 22 de enero de 2008

porque me lo pediste


Creo que no me hubiera atrevido si no me lo pedías: "no dejes la poesía". No creo que ésto pueda calificarse como tal, fueron sólo intentos desesperados, nada más... así que querido amigo alado, aquí te va...


Ovillarme


Quisiera enrollarme en un ovillo
Y meterme en ese ovillo
Y quedarme en ese ovillo
Hasta reunir, lograr juntar
Todas las fuerzas/alas
Para volar/escapar/fugar/salir/dejar
Partir y morir-me de tanta
Noche y día, sol y luna,
Agua y fuego, de extremo a extremo,
De Alaska a la Patagonia, pasando por mi
Propia línea ecuatorial
Vientre/centro, que no acepta más
Este vacío.

Ovillarme quiero, encerrarme,
Autista en mí misma
No dejar ni un recodo,
Ni hebra suelta para
Re-comenzar, hilo conductor
Que no me lleva a nada.

Ovillarme en fetal posición
Regresar, ser crisálida, germen
Suspiro casi, imperceptible
Para estar sin ser
Sólo permanecer, estática,
Casi inherte, inmóvil, vomitando
Mi propio abrigo.

Ovillarme, envolverme, con
Mi propia escencia, para sólo
En escencia permanecer hasta
Aprender por fin a volar.

sonyton

Porque gracias a ese son
Desperté
Y no es un son ni ton
Es con todo que quise
Salir corriendo, expelida,
Disparada y desaparecida, sin rastro
Pero dejando huella, estela, tatuaje,
Perfume impregnado, olor a mezcla
Pósima, fórmula química
A punto de ebullición.

Desde allí he recorrido
Diversos caminos
Con y sin sentido,orientación
Norte, punto de referencia
O de quiebre, cada vez, de vez en vez
Logrando escapar inadvertida
De mi misma para
Regresar inadvertida por los demás
Con quien dejé lo justo y necesario
Para que me echaran de más a más.

Pero al puerto vuelvo
Y del puerto voy, tentando, tentando
Y midiendo siempre las consecuencias
Que la ruptura
Lejos de total
Es siempre quiebre, deslinde, toma que te doy
Y no me pidas más.

Y recojo en mi cintura
Los dedos que no me hicieron
Girar, como trompo
Y recojo en mi pelo
Todo el humo que de tanto
Fumar ya flota,
Y calzo con mis huellas
Los pies de otros
Y percibo en mi nariz,
El aire que inhalo/exhalo/inflo/desinflo
De mi panza al pecho
Y de mi centro a los polos

Y ruego que el frio me traspase
Y el sol me calcine
Y la arena me raspe
Y el mar me destripe
Como lobo de mar
Exhalando exhausto en la orilla herido

Que me vuelva el alma
Por el hilo conductor
De una cometa
Y se vuelva a ir
De puro aire, de pura nube, de puro cielo
De tanto vuelo
Interrumpido

Y me largue yo
Por ese hilo
Y me quede suspendida, adherida a cada
Partícula del aire
Desintegrada átomo por átomo
Y por los siglos de los siglos
Hasta escuchar
Un son, sonoro, estridente, rompe-tímpano
Y vuélvete
Que aquí estoy
Para desgarrar juntos la piel que nos separa.

viernes, 18 de enero de 2008

"Tengo un sueño hoy"


“I have a dream today”. Quiero parafrasear a Martin Luther King. Leí su biografía cuando tenía 9 años y me preparaba para hacer la primera comunión. También leí la vida de Ghandi, Mi Planta de Naranja Lima y Juan Salvador Gaviota. Una selección especial que me marcó. Una forma no tradicional de preparación para la Primera Comunión en un colegio para niñas dirigido por monjas católicas. Agradezco muchísimo ese enfoque laico, humano pero a la vez profundamente espiritual que exacerbó desde mi niñez el sentido de trascendencia. Ahora que estoy inmersa en una cultura que no es la mía pero que aprendo cada día a apreciar, no quiero ser indiferente. Normalmente tomo los feriados americanos sin dudas ni murmuraciones y, salvo por el 4 de julio que es archiconocido, me voy a casita dispuesta a descansar sin saber a santo de qué, ni por qué ni gracias a quién. Este lunes será feriado gringo y yo disfrutaré de un fin de semana largo maravilloso en la playa. Pero esta vez no me largo tan alegre y despreocupadamente. Esta vez quiero reflexionar. Este lunes le deberé mi descanso a un hombre que marcó la historia de los afroamericanos, pero no sólo la de ellos. Tanto MLK como Ghandi practicaron la resistencia pacífica, la no violencia y lucharon y murieron por los derechos de sus hermanos y hermanas de raza, de cultura, de creencias. Cada uno en su espacio/tiempo, pero ambos trascendiendo ese espacio tiempo, hasta llegar por ejemplo, a una niña de 9 en un colegio de monjas y marcar su conciencia de forma indeleble. No existía youtube en ese tiempo, pero lindo hubiera sido que además de leer sobre ellos, los hubiéramos visto y escuchado. Hoy lo puedo hacer y me conmuevo tanto como cuando los descubrí hace ya tantos años. Tengo un sueño hoy, el mismo que tuve a los 9 y el mismo que tendré a los 99. Mi sueño no es mío y por eso lo describo con palabras igualmente prestadas: “tengo el sueño de que algún día en las rojas colinas de Georgia, los hijos de antiguos esclavos y los hijos de antiguos dueños de esclavos, serán capaces de sentarse alrededor de la mesa de la hermandad. Tengo el sueño de que algún día aun el estado de Mississippi, un estado sofocándose con el calor de la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia. Tengo el sueño de que mis cuatro pequeños hijos algún día vivirán en una nación donde no sean juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter”. MLK también dijo en ese famoso discurso frente al monumento a Lincoln durante la marcha de Washington por el trabajo y la libertad en 1963: “la vida del Negro está aun tristemente lisiada por las grilletes de la segregación y las cadenas de la discriminación. Cien años después, el Negro vive en una isla de pobreza en el medio de un océano de prosperidad material”. Ah, qué pena Dr. Martin Luther King que Katrina demostrara que las cosas no han cambiado tanto. ¿Qué hubiera dicho usted, Dr. Martin Luther King frente a esa situación? También me encantaría saber cuál sería su posición frente los inmigrantes en general, pero particularmente frente a los latinos. La imagino. Todos sentados alrededor de la mesa de la hermandad? Uhm… me permito ser cínica, aunque no dejo de soñar. Tengo un sueño hoy: no más muros de la vergüenza. Otro más: que se expandan las fronteras de la tolerancia. Y sigo: que todos nos volvamos “color blind” (o sea, que no distingamos colores cuando se trata de personas) Que apreciemos la diversidad pero que conservemos la identidad. Que los sueños no se agoten ni las ganas de luchar por ellos tampoco. Tengo muchos sueños, aun hoy.