¡Hasta dónde no me dejará llegar la estúpida razón y el sentido común y las buenas costumbres y la escala de valores y todo el rollo que de tanto repetir me quedó grabado y me impide re – editar mis propias historias, inconclusas, inacabadas, ilegibles, incomprensibles, desesperadas, entrecortadas que me laceran por dentro y me disfrazan por fuera!
Es que eres el pretexto, pre – texto,
texto que escribo a mi antojo,
sin pautas, ni reglas, ni convencionalismos
como prosa libre, sin métrica,
sin ton ni son pero con cadencia estridente
de corazón a mil por hora
y de tempestad desatada por toneladas de barro
y miseria que no quiero contener .
Y si me oyeras, si me miraras,
si me tocaras y penetraras mis sentidos
para saber lo que yo tengo guardado
celosamente,
no escaparías, no encontrarías
salida, ni rendición, ni un dios te salve
de tanta fuerza
que ni la más
violenta de las tormentas, ni las de agua,
ni las de viento, ni las de arena
ni todas juntas,
se podrían comparar con el vértigo de meterte en mis pesadillas!
Con cuál de las dos sensaciones
me quedo
sin quedarme en nada
nada que te nada contra la corriente
y no dejarme llevar
como agua mansa
que de la brava
no me quiero librar
y correr en contra
del viento
a contrapelo
de las expectativas puestas sobre mí.