miércoles, 30 de diciembre de 2009

despropósitos 2010


"Cuántas veces precisamos la vida entera para cambiar de vida, lo pensamos tanto, tomamos impulso y vacilamos, después volvemos al principio, pensamos y pensamos, nos movemos en los carriles del tiempo con un movimiento circular, como los remolinos que atraviesan los campos levantando polvo, hojas secas, insignificancias, que a más no llegan sus fuerzas, mejor sería que viviéramos en tierra de tifones. Otras veces es una palabra cuanto basta". (Fragmento de La balsa de piedra de Saramago)

He decidido hacer catarsis y decirlo ya! a los cuatro vientos, a quien me quiera escuchar y a quien no también. El año nuevo y el que se van, como siempre, mis mejores pretextos para hurgar, entre los libros, la música, el Internet, cualquier fuente que me quite el síndrome de la página en blanco.

Vivir la vida pre-determinada es una tortura. El Papa regresa con su monserga de que la mujer fue hecha de la costilla de Adán y refuerza su rol de compañera. La Iglesia una vez más abre su gran boca para recordarnos por dónde tenemos que andar y derechito camino a la salvación. Me encanta la vida de pareja, que no se me mal entienda. Pero en esta vida de pareja, cada roto busca a su descocido con sanas o turbias intenciones, que al Papa por cierto, no deben concernirle en absoluto. Y qué hay de las mujeres sin pareja? Y de las que se emparejan entre ellas, y de las que tienen más de una pareja? o de las que andan disparejas, entre el si y el no y el tal vez también? Me parece un despropósito, por decir lo menos, pretender meternos a todas y cada una en el propósito de una iglesia anacrónica y desfasada de la realidad.

También es una tortura, sin embargo, vivir la vida indeterminada. Hay momentos en que una precisa de certezas. Certeza de amor. Certeza de salud. Certeza de dinero. Certeza de que el tiempo se puede combatir con una dieta balanceada y un buen régimen de ejercicios. Certeza de los hijos, de sus horas de salida pero sobretodo de las de llegada. Certeza de los meses fríos y del sol en Año Nuevo. De las burbujas del champagne y las cosquillas en el estómago, de las que nunca queremos prescindir. Certeza de un espacio ocupado en un lugar pre-determinado de la mesa y no determinado de la cama. De los horarios en el baño y de las dosis de pasta en el cepillo. De los colores en las uñas, fríos en verano y cálidos en invierno y de las sesiones de cera como mínimo una vez por mes.

Tortura de sentirse torturada, tanto por la certeza como por la arbitrariedad. Por no caber en el pellejo y vivir a merced de las hormonas. Por encontrar sosiego en la soledad conmigo y desasosiego en la soledad de a dos. ¿Quién llamó ángeles a los momentos de silencio donde se buscan las palabras y se encuentra el tedio? Tortura por no encontrar esa palabra, la que basta y sobra. La que convierte en tifón la tímida brisa de verano, y te pone la piel de gallina y te dibuja las chapas como a niñita serrana. Tortura por encontrarla donde no la buscas y cuando menos te lo esperas, y no saber qué decir ni qué hacer, porque las certezas, ah, las certezas, son las que menos te torturan cuando llega la calma.

viernes, 27 de noviembre de 2009

El último asiento de la fila



Cualquier parecido con la ficción es pura realidad…

Me senté pensando pasar un vuelo tedioso y aburrido, solo amenizado por Tokyo Blues de Murakami y la eventual turbulencia al sobrevolar la Amazonía y los Andes. Veinte días fuera suman lo justo y necesario para hacerse extrañar y extrañar. Toda la experiencia ganada en una pasantía por Medellín explorando el tema de cultura ciudadana y disfrutando de la amabilidad de los paisas me hacía regresar llena de energía. Dispuesta a desconectarme de mis pensamientos que me tenían de lo más acelerada, a bajar las revoluciones desatadas por las ingentes cantidades de cafeína consumidas en los tinticos, me apoltroné en el 21 C y abrí en la página marcada con el boleto del Metro de Medellín.

Como el flashback de Watanabe aterrizando en Hamburgo transportado por Norwegian Wood de los Beatles, di un brinco al pasado al escuchar la voz del piloto. Buenas noches, les saluda el capitán Alfredo Laurel Zorro, bienvenidos a su vuelo TACA 133, Bogotá – Lima… qué regalo del destino, pensé, ponerle la cereza al pastel de esa manera.

Tomé la libreta de apuntes que siempre llevo en la cartera, - rezagos de mi época de reportera- y escribí: hola, qué gusto que seas tú quien me lleva de regreso a Lima, Mabe. Llamé al purser y le pedí que llevara mi mensaje. Mi compañera de pasantía sentada a mi lado no paraba de hablar, lo había hecho incesantemente durante todo el viaje y ahora disparaba su artillería de palabras a un boliviano que le dio pie. El purser tardó en regresar exactamente lo que demora recorrer el pasadizo del avión de ida y vuelta, traía una copa de champagne en la mano. Una invitación del capitán, dijo parcamente. Yo sin embargo, le noté un gesto cómplice en la mirada. Mi amiga interrumpió su cháchara. ¿Y eso? me preguntó. Yo no pude contener la carcajada. Parece que aun se acuerdan de mí, le dije. Pues me lo cuentas todo y exageras, pero ya! Se dio la vuelta y dejó al boliviano con la palabra en la boca.

Bueno, qué versión quieres, ¿la de Naoko o la de Midori? Empezaré por la más triste. Naoko había prevalecido los dos años anteriores de conocer a Alfredo. Habían sido años de auto-mutilación y de mucha angustia. Una negación permanente de la capacidad de sentir con la piel. Era la época en que me entregaba por miedo a perderlo todo y sin embargo ya había perdido todo. Estaba seca, por dentro y por fuera. Vivía los estertores de una relación dañina al máximo, por su total dependencia y unilateralidad. Estaba atada al padre ausente a través de un enamorado prepotente que me tomaba y dejaba con absoluta arbitrariedad. Yo me dejaba llevar como un tronco tieso que el río arrastra, destrozándolo contra las piedras, astillándolo y pudriéndolo por dentro. Andaba por inercia, sólo reaccionaba ante el timbre del teléfono esperando llamadas que nunca llegaban. La época de Naoko fue la peor de mi vida y sin embargo la que más valoro, por todo lo que aprendí. Me hizo fuerte ser Naoko, me hizo grande poder matar a Naoko, y sacarla de mí. Matando a Naoko me volví inmune a esa parte de mi misma y le devolví brillo a mi cabello y suavidad a mi piel. Le metí carne a mis huesos y nunca más fui un cadáver andante.

Sorbí el champagne. Brindé en silencio por Naoko, q.e.p.d. dispuesta a continuar mi relato. Mi amiga me interrumpió. No entendía nada. Tuve que ser menos figurativa. Mira Patty, ¿te acuerdas del libro que te comenté donde el eje de la trama es el suicidio? Bueno, Naoko es el amor del protagonista, Watanabe. La historia empieza en una situación similar a ésta, Watanabe escucha una canción de los Beatles en el avión y eso lo lleva a recordar lo que vivió en su juventud, cuando Naoko estaba viva.

OK, ya se te subió el champagne a la cabeza… continúa, pero dime ¿y tú qué tienes que ver con Naoko? ¿Yo? No sé, es que acabo de hacer la asociación, será por lo deprimida que andaba por esa época, justo cuando conocí a Alfredo, acababa de terminar mi relación con el pata ese que te comenté, el que me hizo la vida a cuadritos.
OK, got ya. Pero, ¿qué pasó con el capi? ¿Por qué te has emocionado tanto?

Si quieres que te cuente trata de abstraerte un poquito ¿si? No quiero ser tan obvia, déjame disfrutar de la magia de este momento. Bueno, maga, parece que el hechizo perdura porque allí viene el mensajero otra vez. El purser se dobló para alcanzar mi oreja, el capitán la espera en primera, me dijo en un susurro.

Me paré despacio mientras revisaba mi aspecto. ¿Cómo me veo Patty? Seguro que está calvo y panzón me comenté a mi misma. Antes de escuchar su respuesta me terminé el resto del champagne, me metí un chicle en la boca y enrumbé hacia el pasado. Traspasé el umbral de los ciudadanos de a pie para entrar a la intimidad de unos cuantos. A esos también los dejé atrás y me quedé en la antesala de mis recuerdos, estaba casi en penumbra. De pronto, un haz de luz se filtró de la puerta de la cabina que se abría. ¿Mabe? Una voz incrédula me sonó familiar. Esforcé la visión. Antes de terminar de calzar esa imagen con la de mi memoria, ya estaba envuelta en un abrazo cálido y urgente. Permanecimos así varios minutos, mudos. Déjame verte, te felicito, sigues hermosa. Y tú, baby face come años, conservas el pelo y la barriga plana. Nos echamos a reír nerviosos.

Atropellamos las palabras explicando las circunstancias que nos hacían encontrarnos después de tantos años a más de 10,000 metros de altura. Siempre quise que volaras conmigo. Y yo jamás me iba a arriesgar a tus maniobras temerarias. Y ya ves, no te libraste, el destino te trae de regreso a mis manos. Te equivocas le dije, tus manos me llevan de regreso a casa. En menos de 10 minutos resumimos nuestras vidas, cambio de la vida militar a la aviación comercial, dos hijos, la muerte de su primera esposa, que me solía ver en televisión, que luego me perdió el rastro, que me casé en la playa. Era halagador saber la cantidad de detalles que conocía de mi vida. Finalmente, antes de que las palabras se agotaran, lo mandé de regreso a pilotear el avión, anda le dije, no quiero secuestrar al piloto. Nos volvimos a abrazar, esta vez por corto tiempo. Di la vuelta sin dejar de sonreír sintiendo que sus ojos recorrían mi espalda.

Llegué al último asiento de la fila, me senté y tomé mi libro. Patty me lo quitó. Estás loca si crees que no me vas a decir lo que pasó. Lo haré, pero me apetece un trago primero. Una hostess había reemplazado al purser y pasaba por mi lado observando. Le pedí un vaso con vino blanco. Creo que está celosa, me dijo Patty riéndose. Ay no seas monga deja de fantasear y escucha:

“Entre sorbo y sorbo de cerveza fría, observé a Midori, de espaldas, que cocinaba con esmero. Movía su cuerpo con agilidad y destreza mientras realizaba cuatro tareas a la vez. Viéndola, uno pensaba que estaba probando lo que se cocía en la cazuela, que picaba algo sobre la tabla de cortar o sacaba algo del frigorífico y lo servía en un plato, o que estaba lavando un cacharro que ya no necesitaba. De espaldas recordaba a un percusionista indio. De esos que, mientras está haciendo sonar unas campanillas, aporrean una tabla y golpean unos huesos de búfalo de agua. Todos sus movimientos eran rápidos y precisos, el equilibrio perfecto. La contemplé con admiración.”

Patty se había pasmado, definitivamente no me estaba siguiendo y yo ya estaba volando a mil por hora. Mi habladora amiga estaba a punto de entrar en estado autista de tanta confusión y eso me daba remordimiento. Troné los dedos en su cara y pestañeó. Bueno amiga, te voy a explicar. El alter-ego de Naoko en el libro es Midori. Midori es eros, Naoko era tanatos. Midori es fenomenología de los sentidos, es la exacerbación del placer. Midori anda en unas minis impresentables y adora exhibirse. Cuando cocina para Watanabe entra en un frenesí loco pensando en los ojos que la observan y en las sensaciones que su comida y su cuerpo están despertando en él. No lo ve, pero siente sus ojos recorriéndole la espalda e intuye la saliva que llena la boca de su amigo, lo está provocando y eso la hace sentirse viva.

¿Y qué tiene que ver todo eso con la historia entre tú y el capitán? En realidad nada, le dije, con flojera de hacerla entrar en mi juego de roles. Es sólo que una vez me metí clandestinamente a su cuarto en la FAP y le cociné. ¿Juat? Tú estabas más loca que Midori! Buena Patty, por fin agarraste el hilo. Sígueme que me estoy asustando un poco de tanta coincidencia.

Alfredo me conoció saliendo de la crisis, aun no me encontraba estable y por eso fingía una seguridad y un aplomo que estaba lejos de sentir. Me volví más snob que nunca. Se me veía muy suelta de huesos pero en el fondo lo que tenía era un miedo horrible de volver a caer en el hoyo. Alfredo jamás me exigió compromiso y a pesar de venir de un medio extremadamente machista, nunca me reclamó mis excesos de maquillaje, mis pelos alborotados ni mis trajes estrambóticos. Creo que le divertía ver la cara de sus amigos y sobretodo de las esposas de los oficiales cuando nos aparecíamos en las reuniones institucionales muertos de la risa cada uno con una botella de cerveza en la mano. En esa época, terminé de enterrar a Naoko y dejé salir a flote a este otro personaje encantador que ahora comparo con Midori, el segundo amor de Watanabe. De hecho, fue mucho más agradable convivir con Midori que con Naoko. Midori me dejó su desparpajo, su frescura y su agudeza. Con Midori habitando en mi, rescaté la libido y dejé de pensar que era frígida. Alfredo conoció y disfrutó mi lado Midori, y hace un rato, cuando sentía sus ojos recorrer mi espalda, esa parte de mi volvió a aflorar.

Por eso estás tan turbada, querida amiga, creo que hoy no sólo te has encontrado con el capitán ese con nombre raro, sino con todo tus amigos japoneses. Nos echamos a reír y a llorar. El último asiento de la fila era lo más cerca de casa que había estado jamás.

sábado, 17 de octubre de 2009

Verdadero o Falso


En un taller las facilitadoras invitaron a los participantes a hacer el siguiente ejercicio: escribir en un papel, tres verdades y una mentira sobre uno mismo. El objetivo, romper el hielo dentro del grupo y que la gente se empiece a conocer y a interesarse por el compañero de al lado y el de más allá, ese con cara de apestado al que nunca le hubieras dirigido la palabra a no ser que…te enteras que habla cinco idiomas y vivió 2 años entre etnias africanas…

Así que, a propósito de los 45 que estoy a punto de cumplir voy a jugar conmigo misma a ver si dejo de verme como una apestada y me reconcilio con mis verdades y mis mentiras por todas y de una vez:

Me hice la pila en la cama hasta los 5 años, y me chupé el dedo también V/F
Fumé mi primer cigarro negro con un negro y sólo tenía 10 años V/F
Conocí el significado de la palabra masturbación escuchando a Artidoro Cáceres en la radio, pero ya tenía como 16! V/F
Poco tiempo después la empecé a experimentar para recuperar el tiempo perdido V/F
Mi primer enamorado nunca me besó V/F
Mi segundo enamorado me llevó hasta el cielo sin penetrarme V/F
Mi tercer enamorado nunca me dio un orgasmo V/F
Nunca me sentí totalmente a gusto en mi colegio V/F
Casi me sentí a gusto en mi universidad V/F
Me sentí realizada con mi Maestría V/F
Nunca me sentí bonita V/F
Siempre me sentí sexy V/F
Sólo tomé conciencia de mi trasero a los 14 V/F
Cuando tenía 9 me gustaba una chica de mi cole V/F
Odio a mis hermanos V/F
Me pesa hacerme cargo de mi madre V/F
Nada está antes que mi familia V/F
Mi marido me ama demasiado V/F
Me depilo cada 15 días V/F
Alguna vez practiqué el ojo por ojo…me sentí peor V/F
Me muero por fumar un troncho pero no quiero perder autoridad moral frente a mis hijos V/F
No me confieso ni muerta V/F
A veces se me da por ir a misa V/F
Me gusta la salsa sensual, no tanto como la dura por supuesto V/F
Bailo en el baño mientras me observo V/F
Detesto que me digan Sra. Canales V/F
Me da gracia que a mi marido le digan Sr. Arce V/F
El Sr. Arce era un desgraciado pero igual lo amé V/F
La Sra. Málaga debió tomar decisiones a tiempo V/F
No me arrepiento de mis decisiones, ni de mis muertos y heridos V/F
Me aterra hacerme una mamografía V/F
Mi mama me salvó la vida y recató mi niñez V/F
Estoy perdiendo el miedo a la muerte pero me está asustando la proximidad de la vejez V/F

jueves, 1 de octubre de 2009

Mal de amores


Nadie muere de amor, me dijo mi madre y me recomendó borrón y cuenta nueva, que un clavo saca otro clavo. Bastante moderna, teniendo en cuenta que siempre la ví como una madre-abuela. Yo que soy más una madre-hermana, no sé que decir. Observo. Es difícil recuperarse del mal de amores. A riesgo de ser infidente tengo que escribir este post porque muero de pena y no sé cómo desahogarme. Recuerdo que cuando visitaba a una ex – suegra, ésta le recriminaba a su hijo haberse encariñado conmigo. Tú me las impones desayuno, almuerzo y comida y luego desaparecen. Yo me reía y con el tiempo simplemente suspendí las visitas. Ahora estoy un poco como esa ex – suegra. Y ya van dos veces que me pasa lo mismo. Dos veces que veo a mi hijo morir de amor y yo sin poder hacer nada. Finalmente él se recupera, y yo termino viéndolas a escondidas, o casi.
Yo morí de amor. Y pasó. Sana sana colita de rana, si no sanas hoy sanarás mañana. Sopita caliente, gelatina fría, cosquillas en la pancita y a la camita. No tengo la receta, lo siento mi amor.

viernes, 21 de agosto de 2009

Happy Hour


No dejo de sorprenderme frente a la contundencia de la lengua para transmitir cultura. Nunca en mi niñez llegaron horas etiquetadas. Las horas eran neutras, transparentes, insípidas e incoloras. Si llegaban al mediodía salían perfumadas de aderezo. Si llegaban una tarde feliz, era porque habían visitado a mi madre en la peluquería y se habían impregnado de olor a laca y tabaco. Si aparecían en domingo se cargaban de aburrimiento y se iban pesadas y lentas como la letanía del rosario. Si se asomaban un viernes por la tarde, discurrían ágiles como el agua que me enjuagaba el limón del pelo, helada para que brillara más. Después, cuando mi madre decidió que mi futuro se fundaría sobre las bases del idioma inglés, las cosas fueron cambiando. Llegaron horas distintas a tocarme la puerta, “someone is knocking at the door, someone is ringing the bell”. Adquirir la conciencia de otro idioma trastoca la percepción del tiempo. “Hickory dickory dock, the mouse run up the clock”. Había una hora para cantar y esa hora ya estaba pre-determinada. Cuando empecé a cambiar mis horas neutras por horas en inglés, se fue perdiendo la espontaneidad. Las horas llegaban empaquetadas, con sabor y olor pre-establecidos. Algunas olían a papel, otras a arena mojada y la mayoría a monóxido de carbono. Pasaba muchas horas en el ómnibus en el trayecto de mi casa al colegio y de regreso y así las horas me asfixiaban y me dolía la cabeza y el estómago. Ya no era divertido esperarlas, yo llegaba a ellas con mi mochila a rastras sin el menor atisbo de sorpresa. Las que olían a papel no eran agradables tampoco, yo no sabía qué hacer con ellas, no entendía que “Jack and Jill went up the hill to fill a pail of water”, y me quedaba mirando los dibujitos a ver si descifraba algo. Las horas de arena mojada me daban frío y me dejaban las manos ásperas. Vivir horas en otro idioma a una edad tan temprana es como una invitación disimulada a la esquizofrenia. “Repeat after me”. Yo me aferraba a mi comodidad de un tiempo indefinido mientras me precipitaban por una pendiente llena de hitos, marcas, carteles y señales de signos incomprensibles impregnados de sensaciones y sonidos aterradores.

Poco a poco como quien acostumbra el oído, acostumbra también el corazón. “Good morning miss Erika” ya no era una frase impostada. Las horas con ella eran suaves, eran las horas de Bambi. Siempre hay seres que la vienen a rescatar a una de la penumbra. En algún momento, hubo horas muy tibias, en la laguna, en las dunas, en los cerros y en los parques de La Molina. Una noche, alguien me invitó una pizza, yo tenía 14 y las horas me supieron a aceituna, lo mismo que los besos. Esas horas fueron las de Rod Steward y “do you think I´m sexy” fue una pregunta que no me tuvieron que traducir. Las horas llegaban nuevamente de sorpresa y yo me dejaba sorprender en todos los idiomas.

Me reía mucho en esa época, porque el tiempo era laxo y casi tenía el don de lenguas. Mi enamorado hablaba alemán y yo descifraba sus palabras por lo obvio de sus gestos. El se sorprendía mucho. También fue la época en que me metí a la Alianza Francesa. La profesora me decía “ma petite ordinateur”. A diferencia de mi dolorosa incursión con el inglés, el francés tiñó mis horas de “bonheur”. Debo reconocer sin embargo, que la temprana exposición a una lengua tan extraña, -nótese que en esa época no había cable ni Internet ni juegos de video que volviesen el aprendizaje del inglés un “must”- me abrió los oídos y el entendimiento a casi cualquier idioma si le pongo empeño. Si no aprovecho esta facilidad es por floja.

Estando en Ayacucho hace una semana, chapé una frase al vuelo “ñawi ruruymi jamkanki”, un huamanguino me la tradujo, así como alguna vez otro me dijo “warmi yana ñawi sonqo sua”. Las horas en quechua son de otro mundo.

Regresando a la realidad, hoy a las 3 de la tarde llegó la “hora alegre”. Me demoré unos minutos antes de bajar al “salón multipropósitos” de mi oficina. Como era la “hora alegre” se suponía que todos debíamos estar felices. Me fui al baño y me miré en el espejo. Ensayé varias sonrisas. No me gustó ninguna así que las tiré al tacho. Regresé a mi cubículo y una voz casi me gritó “happy hour in the multi-purpose room now!” Respiré profundo y bajé como quien transita por horas que no quiere volver a vivir.

Me fui maldiciendo en inglés, es bien rico. "Fucking" gringo /&%$$#%$#. Por supuesto, luego me arrepentí porque me dieron un “award”.

Ahora que escribo estas incoherencias, me pregunto, de qué color serán las horas que me quedan por vivir? Sólo espero que nadie pretenda etiquetarlas como “happy hours” porque me da un infarto.

viernes, 10 de julio de 2009

de boleto...


Iban de boleto. Directo a la estación del bus luego de una noche de juerga y de una semana de chamba ininterrumpida. El con su cámara y ella con su grabadora. Se sentían un poco raros. De colegas habían pasado a ser amigos y de eso a amantes circunstanciales. Se acomodaron en los asientos de adelante para monitorear al chofer, pero el sueño los venció en la primera curva. Se chorrearon en los asientos. Habían levantado estratégicamente el respaldo del brazo para poder estar más cerca.
No iban de regreso a ninguna parte. El viaje continuaba un poco a la aventura, tal y como había empezado. No llevaban credenciales ni libreta electoral. Iban a la de dios. Si los paraba el ejército, o si los terrucos les pedían cupo, igual llevaban todas las de perder. Demasiado hippies para los primeros, y demasiado aburguesados para los segundos. Eran los típicos estudiantes de pelo largo y revuelto, tanto ella como el. El calor del mediodía los llevó a despegarse, el sudor había adherido sus cuerpos. Ya estaban bajando a la selva, la entrada a Tingo María les llenó los ojos de verde pero les puso el alma en un hilo. La llegada a ese lugar de nombre sonoro iba ser el corolario inesperado de una bitácora que otros reconstruirían por ellos muchos años después.

La parada en Tingo sólo era para buscar a un datero. Allí tendrían que decidir, como los 13 del gallo, si cruzaban la frontera de lo incierto para meterse a la selva del horror. Cualquiera que fuera la decisión que tomaran la iban a asumir de a dos, como lo habían hecho desde que salieron de Lima, cargando sus mochilas y sus expectativas de fama. Encontraron al tuerto en una chingana de mala muerte. Tuvieron que sentarse a chupar con él y ya habían consumido cuatro botellas de cerveza antes de que éste se animara a soltar prenda. El tipo los había estado tasando. Pretendía sacar el máximo provecho de la información que manejaba, pero rápidamente concluyó en que ese par de aprendices no le iban a redituar muchas ganancias. La chica estaba buena pero era muy escuálida, sólo un buen par de tetas, que la hacían verse como una pita con dos nudos. El otro tenía pinta de idiota con los parpados adormilados, cuando bajaba la vista para servir la chela daba la impresión de tener los ojos cerrados. Par de moscas muertas, pensó el tuerto, cuando el chico encendió la cámara que llevaba en la mochila respondiendo a un gesto de la chica que empezaba a disparar preguntas de la forma mas obvia.

Mamacita linda, soltó a boca de jarro el datero, yo te paso el yara pero este cacharro no sale en ninguna parte, así que compadrito, apagas la huevada o te reviento por debajo de la mesa y te quedas sin la herramienta para hacer feliz a tu hembrita. Los chicos se miraron y cada uno vio el espanto en la cara del otro. Como si se hubieran puesto de acuerdo inhalaron profundamente al mismo tiempo y soltaron el aire al unísono. El tuerto estalló en carcajadas. Par de mocosos cabrones, no se vayan a poner a llorar que no voy a ser tan estúpido de gastar pólvora en gallinazos, además, el arte de mi oficio consiste en pasar piola nomás, así que si me vieron hoy, saliendo por esa puerta ya no se acuerdan, “capiche”, dijo en un intento vano por emular a Cappone.

Acto seguido, el tuerto vació el contenido de lo que quedaba de la quinta botella en su vaso, se lo bebió de un trago haciendo un ruido gutural que provocó una arcada incontenible en la chica. Mientras ella vomitaba sobre el piso de tierra, el chico recogía un papelito que el tuerto dejó caer disimuladamente en el vómito. Continuará…

miércoles, 24 de junio de 2009

Beatriz


Beatriz cumple 12 años. De los tres, es la más mezclada. Mientras Renatito es Canales y Salvador es Arce, ella es Canales – Arce o Arce – Canales que no es lo mismo pero es igual. 50 – 50, michi – michi, half and a half. Hasta en eso nos dio gusto, como para no pelearnos el orgullo de vernos reflejados en ella. Niña juiciosa, niña preciosa, sacada de contexto hubiera podido calificar de “tomboy” porque por nada usa falda ni vestido, nunca le gustó el rosado y jamás jugó con Barbies, (ojo, debo confesar que las que tuvo fueron regaladas y oportunamente desaparecidas).

Beatriz escribe poesía, ya ganó un premio en el ADCA literario, un concurso inter-escolar donde, como siempre, fue la más pequeña. Es la menor de su promoción porque tuve la irresponsabilidad de mandarla a la maternelle antes de que cumpliera los 3 años. Como no lloró, se quedó. Como le fue bien, nunca la retrasaron. Y así pasó a secundaria con sólo 10 años. Pero Beatriz no sólo es poeta, es atleta, es bloggera, es payasa, Beatriz es chef-actriz.

Beatriz cumple 12 años y quiere ser mamá a los 20. Yo lo fui a los 24 y ahora las chicas apuntan a los 30. Ella va en contra de las tendencias y esgrime sus razones, razones de peso. “Es que quiero que mis hijos tengan abuelos jóvenes”. Vale. La apoyo. Quiero ser abuela joven. Sólo le recuerdo que los hijos se hacen de a dos, que “it takes two to tango” y que esa parte de la ecuación la tendrá que evaluar en su momento.

Beatriz es un suspirito, es la página que se pasa con cariño de un libro que se lee con fruición, Beatriz es el lacito del zapato bien amarrado, con ambos extremos exactamente proporcionales, es un trébol de cuatro hojas y la escalera que no temo pasar por debajo. Es el pito de la tetera que me alerta del agua hirviendo y la arena que se me pega con la brisa que llega del mar. Beatriz es breve pero intensa. Beatriz es la resistencia y la insistencia, es la última pieza del rompecabezas que termina por definir una imagen en construcción. Beatriz es el fundamento, la síntesis y la expansión de mi universo.

Beatriz cumple 12 años y es menuda. Menuda Beatriz que llena mi vida al 100%, aunque sólo sea Arce en un 50%.

viernes, 29 de mayo de 2009

Lima mojada


Hoy amaneció mojado. Lima amanece mojado en junio. Lima es una ciudad especial. La palabra especial entendida como la usamos las limeñas, “ay, qué especial que eres”, no, no es un halago, es un semi-reproche, es una crítica disimulada, dicha sotto voce, como hablamos las limeñas. Lima es igual, amanece mojada, tímidamente mojada, no empapada ni encharcada ni inundada, nunca desbordada, sólo mojada, como recién salidita de la ducha tibia, envuelta en su mullida toalla de neblina.

Me imagino cómo será despertar en una ciudad exuberante todos los días. Ser como una de sus mujeres, vociferantes, altisonantes, hablando sin tapujos desde el café de la mañana hasta el cólico menstrual que anuncian sin complejos al marido, al jefe, a la amiga, a quien quiera escucharlas. Ellas, que desbordan, se desbordan, en palabras, en agua, en sangre. En ellas, todo es exagerado, todo es hiperbólico, ellas no se callan ni sus pecados, las mujeres, las ciudades.

En un viaje de trabajo a Sao Paulo me escapé a Santos, aprovechando de la hospitalidad de una colega. Cuando llegué quedé sobrecogida. Yo andaba con mi esquema mental de los balnearios limeños, pequeños guetos excluyentes o refugios de tablistas. Santos es monumental, como monumental la tormenta que nos recibió. La playa exagerada de un país exagerado, con estadio y Pelé incluidos. Mi amiga de exagerada anatomía se puso un hilo dental que me hizo ver como monja y me invitó a meternos al mar para mojarnos sobre mojado. Doblemente mojadas, no como en Lima. Después me enteré que pudimos haber tenido una muerte exagerada, partidas por un rayo en el mar de Santos.

Vivir cubierta de neblina para morir achicharrada, hubiera sido tremenda paradoja. Aunque mejor mojarse y quemarse que no haberse mojado nunca, pero bien mojada!

viernes, 22 de mayo de 2009

Cuco dónde estás?


El Cuco está asustado, ya nadie lo invoca. Ya nadie le teme y él teme al extraño que vino a tomar su lugar. Se siente desplazado. Se siente olvidado. Qué ingratitud tan grande de la que es víctima, pobre bestia agazapada al fondo del armario de la abuelita. Se ha puesto una mascarilla y ya ni se acerca a los niños que antes perseguía implacablemente, hasta en sueños. Esos son los peores de todos, los que no gritan, ni se espantan los que ni siquiera lo miran. Esos, los que ahora temen a alguien llamado H1N1. Vaya nombre para un cuco! dice el Cuco.

El Cuco está triste. Olvidado debajo de algún catre abandonado en alguna azotea. Ya no es motivo de amenaza, su mención ya no es moneda para negociar ni recurso para disuadir. Las madres le han dado de baja sin piedad. Ellas se angustian por algunos virus importados que viajan en avión cómodamente instalados en las naricitas adolescentes de sus adorados retoños.

El Cuco está derrotado, triste y asustado ya no es ni la sombra de lo que fue. Completamente desinflado, sale del armario cuando la abuelita dormita viendo el noticiero, para enterarse del paradero de ese usurpador desgraciado con nombre de número y que amenaza llegar en números incontables.

Dicen que el sábado eran 4, el lunes 16 y el miércoles 32… repasa sus dedos como quien practica la tabla y llega a una horrible conclusión… se quedó sin chamba. Ya no asusta a nadie pero quizá se quede sin nadie a quien asustar!

viernes, 8 de mayo de 2009

Redonda redonda barril sin fondo


Nada volvió a ser lo mismo. Aun hoy. Con tus 20 y mis 44. Con tu ímpetu y mi resignación. Te veo ir y venir, y darte de cabezazos contra la pared. Te observo, ¿qué me queda? Mis consejos devinieron en obsoletos. Ni pretendo dártelos. A palabras sordas oídos necios. Me permito observarte detenida, concentrada en mi vientre que ya no te contiene. Un día apareciste en mi vida para quedarte en ella impregnado. Te expulsé con dolor y en silencio, mi madre pensó que había muerto porque no gemía, de tan concentrada en contar las respiraciones que te mantuviesen libre de cualquier complicación. Y así llegaste una madrugada de octubre, tras 24 horas de intensa labor. Siempre fui cobarde para el dolor, pero el umbral de mi resistencia se elevaba con cada contracción, es que quería mantenerte a salvo, tanto como ahora, sólo que ahora de mi ya no depende tu vulnerabilidad. Lactancia a demanda restó firmeza a mis senos y casi me vuelvo loca. El pediatra, tu padrino, que fuese una vaca lechera, mi madre, a la antigua, que te pusiese horarios, hasta mandar todo a la mierda y concentrarme en tu mundo que era el mío, para descifrar juntos el único código que compartimos, el de la mirada. Te bautizaron como el gordo feliz, a las 8 de la noche te quedabas dormido con el corazón tan lleno como la panza, de leche y amor. Y yo contigo, y yo contigo… he tratado de reconstruir en retrospectiva ese lenguaje maravilloso que nadie nos enseñó, cierro lo ojos y vuelvo a mi vientre, para percibir los rastros de un camino que hace tiempo dejamos de andar juntos…

jueves, 7 de mayo de 2009

rutina rota


Cada quien tiene sus mecanismos para enfrentar a la rutina, esa vieja señora que nos espera en las mismas y concurridas esquinas por las que nunca evitamos pasar. La culpamos. Siempre desaliñada y con poca gracia. Aun así vamos a su encuentro a cada momento, con acciones repetitivas, como maniaco compulsivos sin voluntad y sin pasión. Desde el despertar con la primera pila del día hasta la ceremonia del hasta mañana, cepillado de dientes, mi lado de la cama, la sábana doblada sobre el cobertor y la almohada ajustada hasta la última pluma.

Siempre me evadí de ella, escapándome de las Barbies y de las casitas de muñeca. Yo armaba carpas en el jardín con sábanas y cubrecamas que extendía entre los columpios y el tobogán.
También detestaba el monopolio, ese juego aburrido que forma empresarios angurrientos, ¿qué posibilidades deja a la imaginación? pasa por go y cobra 200 y sigue la tómbola de la compra – venta hasta que te quedas en la bancarrota. Circuito cerrado que cuadricula la mente y no permite ni pizca de creatividad. Por eso es que ahora andamos con crisis financiera. Si los magos de las finanzas de hoy hubieran jugado canicas, trompo o bolero, en lugar de ese estúpido juego de mesa, seguro las bolsas andarían menos alteradas y susceptibles a la “volatilidad de los capitales”.

Así andaba y ando en busca de maravillas. De días iluminados más que luminosos. Distrayéndome para que el portento de la sorpresa me tomara realmente desprevenida. El color de los pensamientos, la textura de las hojas, las patas de las arañas, el olor de la naftalina el sabor de los fósforos quemados… Pero no era fácil, como no lo es ahora. Despertarse a las 6 de la mañana escuchando radio reloj para irse al paradero a esperar el ómnibus 11 apestando a petróleo que me llevara a La Molina en un viaje de más de una hora de camino. Hoy despierto con cualquier cosa menos con un despertador. Si un auto huele a gasolina me bajo despavorida. Evito ir a La Molina porque los viajes interprovinciales son para ir de vacaciones. Pero otras rutinas han reemplazado a aquellas y no hallo forma de sacarles la vuelta. Ruta A: Vía Expresa, Javier Prado, Olguín, El Derby, ruta B: Ricardo Palma, Pedro Venturo, Higuereta, Caminos del Inca, corta por Chacarilla, Velasco Astete, Pentagonito, cruza Panamericana, El Derby…harto predecible, harto secuestrable si no fuera porque mi camioneta va a cumplir la misma edad que mi hija… mismo carro, mismo marido, misma casa, mismo trabajo…en sentido inverso, 6 años, 15 años, 21 años, 12 años…¿cuántas repeticiones se necesitan para convertirse en una rutinaria empedernida? Si no fuera por el tráfico de mierda y el instinto asesino que se apodera de todos los conductores en Lima, andaría en bicicleta, o buscaría mi patineta en el garaje de los recuerdos. Era azul, de metal, estaba quiñada por todos lados porque un día se me dio por aventarla desde las escaleras de mi casa, escalón por escalón, a ver hasta que altura resistía (resistió estoicamente las 25 gradas de cemento de la escalera por la que me escapaba hacia la puerta falsa de mi casa y de allí a donde el humor me llevara…)

Creo que una de las claves para huir de la rutina es poder conservar la capacidad de sorprenderse, de ruborizarse y de cagarse de risa (esta última no literalmente por supuesto). Antes me daban ataques de risa por quítame estas pajas, en Misa, en clase, en la mesa, hasta que la comida se me salía por la nariz. Ahora río menos pero también lloro menos. Señales alarmantes de que crece la rutina, la estabilidad emocional no es siempre un buen indicador.

Siempre están los centros comerciales, las peluquerías y los spas como escapes ficticios. El paso por ellos no hace más que reforzar los hábitos rutinarios. Tres pleitos con mi jefe, una cartera, dos peleas con mis hijos una manicure, una crisis matrimonial un corte de pelo y así, según las preferencias de cada una. Casi como pasar por go y cobrar 200, sólo que en este caso peor, porque en lugar de cobrar, pagamos, se arruina la economía familiar y se refuerza la compulsividad.

Entonces llegan espacios virtuales a ofrecer escapes virtuales a problemas reales: facebook, los blogs, o adminículos como el ipod, el blackberry, iphone, etc. Fugas socialmente permitidas para personas socialmente adaptadas que se resisten a pasar por go cada tantas vueltas al tablero. Allí estoy yo. Buscando mundos maravillosos en una realidad caótica. Escapándome por la puerta falsa en busca de alguna mariposa con el ala rota.

miércoles, 29 de abril de 2009

Mosaico Lucanamarca


La realidad es un mosaico que se construye a partir de piezas adyacentes dispuestas por un artesano. La voluntad de este artesano es en absoluto desconocida. Las piezas se disponen una al lado de la otra con tal maestría que nadie pensaría que encajan por azar. El azar no existe, dicen. Los que solemos analizar la realidad de forma holística buscamos ver el mosaico en su integridad. Creemos percibir formas y contornos y pretendemos decodificarlos de acuerdo a referentes por lo general muy personales. Hay quienes por el contrario, fijan el ojo en alguna pieza, pequeña pieza, aleatoria, y a partir de ella descifran al resto, combinándolas en formas tan variadas como historias puedan imaginar. En cualquiera de las dos prácticas reina la arbitrariedad. El todo por la parte o la parte por el todo. Intuimos la voluntad del artesano pero desconocemos sus códigos.
Entender las historias como mosaicos puede ser un ejercicio interesante si es que no hay pereza mental. A los perezosos mentales les desaconsejo seguir leyendo.

Voy a tomar un mosaico complejo y creo que inacabado. Se llama Lucanamarca. Allí las piezas están superpuestas pero no se han solidificado. Lucanamrca es un mosaico cuyas piezas se desprenden dejando espacios muy difíciles de llenar. Este mosaico ha sido terriblemente dañado por la violencia. Más que la violencia, por la ignominia. Más que eso, mucho más. Por el abandono en su expresión superlativa, con la carga de dolor y frustración que éste puede traer. Por la desesperación transformada en resignación, dando como resultado la peor de las violencias, la que destroza por dentro y paraliza por fuera. La que se rumia, la del llanto aguantado, quedo, la de la desesperanza y la desolación.

Lucanamarca es un mosaico que se quebró y que intentó restañarse, me temo que el artesano no dejó el molde. La historia de Lucanamrca es harto conocida por unos pocos y absolutamente desconocida por demasiados. Así es este mosaico, visto hasta la saciedad, analizado hasta el hartazgo, por los restauradores, en todas sus especialidades, antropólogos, sociólogos, activistas de derechos humanos, psicólogos…pero este mosaico no existe para nadie más. Si nadie más lo ve, no existe, así de simple. Y el dolor aumenta con la indiferencia. El dolor agudo cunde cuanto más se le niega o pretende enfrentarse con paliativos.

Algunas de las piezas sueltas de Lucanamarca:

  • El distrito de Santiago de Lucanamrca se ubica en la provincia de Huancasancos, a 10 horas de Huamanga, en Ayacucho.

  • La población de Lucanamarca no pasa de 2,500 habitantes.

  • El 3 de abril de 1983, 69 personas fueron asesinadas por miembros de Sendero Luminoso. Sendero utilizó hachas y objetos contundentes para matarlos, también usó armas de fuego pero en menor proporción.

  • Entre los muertos había ancianos, mujeres y niños.

  • La primera entrada de Sendero a Huancasancos no fue en el 83. Ese acontecimiento está precedido de una historia que data de la década del 70.

  • En los 70’s el colegio “Los Andes”, ubicado en la provincia, tenía una plana docente formada en la Universidad San Cristóbal de Huamanga. El proselitismo que hizo Sendero en ese colegio es una pieza clave en este mosaico.

  • El principal líder de Sendero en la zona fue profesor de esa escuela.

  • Los comuneros de Huancasancos asesinaron a ese líder senderista.

  • En 1982 Sendero nombra a Olegario Curitomay como su mando en Huancasancos.

  • El 22 de marzo de 1983 Curitomay es asesinado por los comuneros en rechazo a los abusos de Sendero en la zona. Usan hachas, objetos contundentes, le llenan las ropas de ichu y le prenden fuego, luego le dan un balazo.

  • El hermano de Olegario Curitomay sigue viviendo en la zona y es objeto de hostilidad. Está estigmatizado.

  • La muerte de Curitomay desencadena la venganza de Sendero. Se produce la masacre del 3 de abril de 1983.

  • Durante la matanza, un niño subió al campanario de una pequeña iglesia y alertó sobre la supuesta llegada de los sinchis. Los senderistas que se aprestaban a asesinar a un segundo grupo en la plaza, huyeron al escuchar al niño.

  • La CVR llegó a Lucanamarca 19 años después.

  • Los sobrevivientes de Lucanamrca aun no han sido resarcidos.

    (Fuente: reporte de la CVR, visitas a campo de personal de USAID)

    Frente a realidades tan desgarradoras se puede fungir de artesano y atribuirse el rol de juntar las piezas, para intentar mostrar un mosaico que cuente la historia. Así lo han hecho los realizadores de TV Cultura con su documental "Lucanamarca" estrenado el 27 de abril de 2009. Setenta minutos muestran una historia en la que se juntaron piezas a lo largo de seis años. Lucanamrca no es un mosaico cualquiera, definitivamente, recoge piezas clave como los testimonios de los sobrevivientes, y las imágenes del abandono en el que sigue la comunidad luego de 26 años. Me sorprendió ver la sala del cine llena de tope a tope con el estreno del documental. Ojalá su proyección fuese obligatoria en todos las escuelas del Perú, en todos los colegios profesionales, academias y universidades. Aunque este mosaico es sólo uno de los múltiples mosaicos que componen la sociedad peruana, fragmentada, compartimentalizada, refleja como un espejo quebrado la imagen que no queremos ver. Si como nación pretendemos que el espejo nos devuelva una imagen coherente, deberemos como artesanos, unir las piezas de una buena vez.

jueves, 23 de abril de 2009

vieja de asilo


I whispered, 'I am too young',

and then, 'I am old enough';

wherefore I threw a penny

to find out if I might love.

'Go and love, go and love, young man,

if the lady be young and fair'.

Ah, penny, brown penny, brown penny,

I am looped in the loops of her hair.


O love is the crooked thing,

there is nobody wise enough

to find out all that is in it,

for he would be thinking of love

till the stars had run away

and the shadows eaten the moon.

Ah, penny, brown penny, brown penny,

one cannot begin it too soon.

William Butler Yeats, Irish poet, 1865 - 1939

Cuando no haya comentario capaz de ruborizarme sabré que ya estoy vieja de asilo.
Me voy trenzando el pelo imaginariamente mientras manejo.
Releo imaginariamente un mensaje de texto que me sacó del cuadro.
Recuerdo el comentario de mi hijo acerca de los besos que se dan en público los “viejos”.
Ignoro el comentario de mi hijo. Pretendo que lo ignoro.
Evito jugar con mi pelo porque mi teoría dice que las mujeres que se cogen el pelo compulsivamente están desesperadas por llamar la atención.
Me trenzo el pelo imaginariamente.
Sube mi tensión.
Me suelto el pelo imaginariamente.
Me estoy ruborizando y eso me alegra.
Compruebo que no necesito hacer maletas todavía, al menos no las que llevaré al asilo.
Veo a una pareja besándose en el parque.
Recuerdo el mensaje de texto.
Recuerdo el comentario sobre los besos.
El mensaje de texto dice así: You see. You taught me to smile.
El comentario de mi hijo dice así: “es raro ver a dos viejos besarse en público”.
Cuando tenga que ocultarme para dar un beso me iré directo al asilo.
Cuando deje de recibir mensajes de ese tipo y cuando no sienta la necesidad de trenzarme y destrenzarme el pelo, aunque sea imaginariamente, empezaré a empacar.
Porque una puede estar pensando en el amor hasta que las estrellas se hayan fugado o hasta que las sombras hayan devorado la luna, o hasta que esté vieja, vieja, re-vieja, pero no de asilo.

domingo, 12 de abril de 2009

huevito de pascua con todo mi corazón...


Mi mami siempre escondía los huevos de pascua en el jardín, metidos entre las plantas, para que creamos que el conejito de pascua los había dejado allí.

Mis hermanos decían que todo eso es mentira, que Papa Noel también es mentira y que el ratoncito de los dientes también es mentira. Igual salían a buscar los huevos, y si no me apuraba, me dejaban sin el mio, aunque mi mami se aseguraba de que no hicieran trampa, ella me daba pistas, frio, tibio, caliente, así lo hacía más divertido. En verdad, cuando ella tiene ganas de hacer las cosas, todo es más bonito, pero es una pena que no siempre tenga ganas, casi siempre está cansada…

Yo le he dicho que me voy a apurar en ser mamá. Máximo a los 20. Ella se sorprendió bastante. Dice que me estaba educando para ser una mujer independiente, como ella… qué será eso? Yo lo que sé es que quiero que mis hijos puedan decir que sus abuelos los van a recoger del colegio, entonces, si no me apuro, ellos no van a poder decir eso porque mi mami, o sea la abuela de mis hijos, va a estar más cansada y no los va a querer recoger… a mi me encanta ver a los abuelos de mis amigas cuando llegan al colegio a recogerlas… a mi nunca me recogieron mis abuelos, son muy viejitos…

Hay otra cosita que mi mami siempre ha hecho muy bien, y es la celebración de los santos, me acuerdo desde que tenía un año, ella dice que es por las fotos, pero en verdad me acuerdo, entonces ella dice que tengo memoria precoz… siempre me hacía pedir un deseo antes de soplar las velas, antes no sabía como se pedían los deseos y ella me explicó… cierras los ojos y piensas con muchas muchas ganas en algo que quieras que se te conceda y lo deseas con todo tu corazón… yo lo hago hasta ahora y siempre lo voy a hacer, claro que ya no aprieto los ojos muy fuerte ni hago muecas, para que nadie se de cuenta de que estoy deseando, pero ella sabe, es nuestro secretito, porque siempre me pregunta después, hijita, qué desesate? Y yo siempre le cuento, sólo a ella, porque sino no se cumple.

Anoche me levanté y aun no había escondido los huevos de pascua, no sé si es porque estaba cansada o porque se desanimó, yo le hice acordar antes de acostarme , pero como mi hermano mayor abrió su huevo antes de tiempo sin esperar, entonces ella se puso un poco triste… además, se fue con su enamorada y no va estar con nosotros hoy… yo sí quería hacer la búsqueda, y que ella me vaya guiando, tibio, frio, caliente, y así encontrar mi huevito con su ayuda que ya no necesito tanto porque mis hermanos ya no participan…

…ya amaneció y ahorita estoy apretando mis ojos, y aunque no es mi santo, voy a ver si se cumplió mi deseo…

miércoles, 8 de abril de 2009

conversando con Joaquín...


Conversando con Joaquín sobre mis dudas democrático – existenciales, (confesándole que los cívicos me llegan al pincho….), contándole que no me puedo regocijar como se esperaría de mi en este momento (que me joden cada uno de los comentarios exaltados de los que se erigen en jueces…) y que cuestiono tanto un extremo como el otro (todos los discursos extremistas me parecen una buena mierda …), le invito una chela, que nos tomamos a medias, y él, que siempre me acompaña los viernes por la noche mientras espero a Renato, interpreta lo que me pasa entre canción y canción y con su voz aguardientosa me va diciendo así:

Que los que matan se mueran de miedo:
…o los matará una sentencia de 700 páginas con sus partes considerativa, analítica y condenatoria…

Que ser cobarde no valga la pena:
…Y que ser justo lo valga…

Los fugitivos del deber no tienen más amor que el que han perdido:
…o el que ganarán por una sentencia excesiva…

Que no te compren por menos de nada:
… pero ningún postor me convence…

Mienten como mienten todos los boleros:
…todos mienten, sólo algunos se sientan en el banquillo de los acusados…

Ah Joaquín, qué bacán hablar contigo… tenía esta espina atravesada…

domingo, 5 de abril de 2009

mood de abril...


Abril llega en mood de transición, con su semana santa y su sol de despedida.

Me casé en abril y en abril abrían las puertas los colegios:

Empezaban las clases un cuatro, o un cinco de abril, siempre en lunes y nunca en febrero, cuando las vacaciones eran largas y distendidas, sin horarios, ni talleres, ni destrezas que fortalecer ni preparaciones para el futuro…

Me casé en abril, 1 hora y media tarde y con dos meses de barriga, en una playa, un domingo, a muchos kilómetros de Lima, entre amigos, entre curiosos, entre amigos curiosos, ¿por qué se le dio a este par salirse así de la rutina?

Abril me coge así, medio desprevenida, laxa, floja, con harto rezago de playa y sin mayores apuros: terminé la Maestría, Renato en tercer año de carrera, Salvador empezando el bachillerato, y Beatriz feliz como una lombriz, como siempre, como es ella.

Abril llega con calor y se va con frío, y en el interín celebro el cumpleaños de mi madre, mi aniversario de bodas y olvido ir a misa por semana santa.

Abril se va dejando una estela de recuerdos, pero mientras dura, hago mudanza interna para sobreponerme al frío de los meses por venir…

viernes, 20 de marzo de 2009

relatos de akelarre singularis


Tatuaje en el dedo gordo

Me tatué la yema del dedo gordo del pie derecho. Es un tatuaje inusual, en un lugar poco visible. No lo hice para exhibirlo. Lo tengo como quien se amarra una cinta en el índice para no olvidarse de algo importante. Por eso, este tatuaje no está grabado con tinta, está teñido con sangre. Tiene una forma indefinida, como las figuras que usan los psicólogos en sus evaluaciones. Me lo hice allí porque últimamente le presto más atención a mis pies que a mis manos. Ellos me llevan y ellas me traen. Como prefiero ir que venir, se entiende la distinción. No es gratuito entonces que el tatuaje esté allí, indicándome a dónde voy y no de dónde vengo. Mi procedencia es irrelevante. Mi destino es incierto. Pero mi tatuaje está allí, y así no me pierdo.

El enamorado que nunca me besó

Ayer me encontré con alguien que se encontró con alguien a quien alguna vez no besé. No lo besé porque tenía los dientes amarillos y los colmillos salidos, y yo, que sólo tenía 14 años y era coneja, jamás hubiera anticipado que ese enamorado, 30 años después, se pondría incómodo frente a la esposa ante la simple mención de mi nombre. ¿Cómo hubiera sido si lo hubiera besado?

Blanca Nieves mide 2 metros y la Nanny va de compras a Wong

Había una vez un chico alto muy alto que decidió aparecer en una fiesta vestido de Blanca Nieves. Había una vez una niña muy niña que quiso tentar el disfraz de mayor e irse de compras. Había dos madres muy madres, preocupadas por no saber cómo enfrentar el ridículo que sus hijos no sienten porque no conocen. Había un público muy atento, escuchando estos cuentos para devolverlos con final cambiado y feliz colofón: nadie nace sabiendo ser madre y los hijos también nos dan lecciones. Si ellos dominan el escenario de la vida desde sus fantasías y anhelos, ¿qué importa si visten de lobo o de caperucita?

Club de fans singularis

No invoques que se aparece, advierten las brujas experimentadas. Como nosotras no somos experimentadas, pero sí bien brujas, invocamos a cuanto nombre se nos pasa por la cabeza. Que si ví a fulanito de tal - que estaba con menganita de cual - la ex de perensejo… y así la recatafila de seres que desfilan de boca en boca. Pásame la manti…. una de las prácticas singularis que menos me gustan, pero a la que le entro, debo confesar, con demasiada facilidad luego de que mi curiosidad y morbo vencen mis resistencias. Uno de los invocados en el último akelarre de singularis fue Gianmarco. Y para decir que los conjuros se cumplen, y donde hay más de dos mencionando mi nombre allí estoy yo, zas, el Gianni que se le aparece al día siguiente a una de las singularis. Lluvia de e-mails y el consiguiente revuelo de escobas. Te amamos Gianni, tu nuevo club de fans.

sábado, 14 de marzo de 2009

So what?


La crueldad no fue mi dominio. Hasta he alimentado hormigas, - como si esas sabias laboriosas hubieran necesitado de mi – pasatiempo de niña solitaria y observadora. Una vez me encontré un colibrí herido. No he visto nada más indefenso en mi vida. Lo alimenté por unas horas con yema de huevo cocida, recomendación de una vecina excéntrica, creo que lo maté. Lloré mucho. Por algunos meses cada vez que veía un colibrí, - antes se veían seguido – lloraba. También sufrí terriblemente cuando los schnauzer de mi vecina se tragaron a los pollos que me saqué en la kermes de mi colegio. La madre, como buena alemana con harto sentido de culpa y deseo de reparación, se fue a La Agraria y me trajo 3 pollos que acababan de salir del cascarón, hasta húmedos estaban. Los crié hasta gallos y me opuse a que fueran al caldo del jardinero. Murieron de viejos creo, sin gloria pero sin pena, ni en la olla ni en la arena.

No fui una niña cruel, como lo son muchos niños que aprovechan de la inmunidad que otorga la infancia para liberar la válvula de la violencia antes de que estalle en la adultez. Debí serlo, aunque sea un poquito, porque ahora me he vuelto cruel de toda crueldad. Ya hay varios muertos en mi haber. Algunos destripados, otros degollados, y muchos desollados. Los he reventado a golpes en mi mente, y el que sean muertos imaginarios no es atenuante alguna, no me estoy exculpando, los asumo, a mis muertos, son mi pasivo, pasarán a ser parte de mi karma seguro, o de la leña que ha de quemarme en el fuego de algún infierno.

Algunos de ellos pretenden regresar a hacerme la vida imposible, como si no bastara la condena de la eternidad para lidiar con sus lamentos, regresan como fantasmas del pasado, a preguntar qué fue, qué fue qué fue de ti, y qué has hecho del amor que yo te he dado… a esos los vuelvo a matar, sin miramientos, con premeditación y alevosía, sin atenuantes y todos lo agravantes.

La crueldad se ha vuelto mi dominio. De la niña piadosa y caritativa poco queda. Es que ya no se trata de indefensos colibríes, ni de seres desvalidos. Me he dado cuenta que no resisto la decadencia humana, exudo intolerancia por cada uno de los poros de mi piel.

Probablemente tendré que esperar una encarnación más para deshacerme de ellos. Sólo espero que regresen en forma de hormiga, para rociarlos con agua hirviendo, o de pollos, para torcerles el pescuezo. Como seré una niña cruel nada contemplativa, después seré una adulta normal tranquila. Ni modo. Para otra vez será. So what?

miércoles, 4 de marzo de 2009

La clínica de las plantas


Cuando alguna planta languidecía por falta de agua o de cuidado, por exceso de sol o por mala ubicación – nótese que hay plantas de luz y otras de sombra y además que éstas suelen buscar un lugar en la casa que no es necesariamente la esquina perfecta que habíamos con arbitrariedad escogido para ellas – la Tata la mandaba a la clínica de las plantas. La clínica de las plantas no es un vivero, ni la casa del jardinero ni un jardín botánico ni cosa parecida. La clínica de las plantas es una palmera kentia. El nombre lo acabo de descubrir, aunque la tengo hace más de 15 años. Me la regaló mi padre. Fue una de las dos plantas que me regaló papá, la otra es un arbolito ficus, se lo vendieron como de la felicidad, y como me la había prometido, - la felicidad-, me la regaló.
La palmerita kentia vivió primero confinada en una maceta, cuando nosotros vivíamos confinados en un departamento. Cuando nos mudamos a una casa, ella se mudó a un jardín. Ella se expandió y nosotros también. Todos crecimos, la familia, las plantas, los espacios acompañándonos a ambos. Fue allí que descubrimos sus propiedades. Creo que fue por casualidad o quizá la Tata en su sabiduría innata, empezó a poner a los engreídos culantrillos, mustios y quebradizos al cobijo de su sombra. De pronto, los culantrillos reverdecían, se poblaban sus hojas y se tupían como melenas crespas y rebeldes. Luego probamos con otras especies, incluso con algunas plantas abandonadas por los jardineros en los bultos de desmonte – confieso que la Tata suele huaquear por esos lares al rescate de toda suerte de crotons, anturios y demás hierbas- todas se recuperaron, como enfermos desahuciados que salen de UCI a emprender una nueva vida.
Mientras tanto la kentia, ajena a los prodigios que le atribuíamos la Tata y yo, crecía descomunalmente en la esquina del jardín hasta casi alcanzar el límite de las paredes medianeras. De tanto en tanto la hacíamos podar para no invadir espacios vecinos, asegurándonos de que recibiera el trato especial que toda buena curandera merece. Fue a raíz de la remodelación de la casa que este perfecto orden se trastocó, y la doctora pasó a convertirse en paciente. No sabemos la exacta razón por la que el maravilloso micro-clima reinante alrededor de sus raíces y ramas dejó de tener el efecto sanador que le era inherente. No sólo eso, ella misma fue incapaz de sobreponerse a su propio decaimiento y empezó a amarillarse, rama por rama, hasta quedar reducida a un poco de tallos pelados y tristes.
Qué dolor, qué tristeza e impotencia, ir podando rama por rama, como quien amputa miembros en aras de la vida del paciente. En nuestra preocupación por salvarla hicimos junta de notables, jardinero a la cabeza, Tata reconstruyendo los hechos y María echándole leña al fuego: fueron los obreros, los obreros que vaciaron toda suerte de desperdicios tóxicos, pintura, tíner y otros químicos en el jardín. Pero no se trataba de buscar culpables, el afán era recuperar a la desahuciada. Medida extrema dijo el jefe de la junta: trasplante! Así, una mañana, con los ojos y la esperanza puestos en su pico y su pala, el jardinero desenterró a la kentia para limpiar sus raíces y dejarla casi en calidad de embrión. La operación era de alto riesgo, estábamos jugándonos el todo por el todo. Día tras día durante un mes la auscultábamos en busca de brotes nuevos, de alguna señal que delatara la vuelta a la vida de este ser misericordioso que tantas otras vidas había recuperado. Y así, vimos aparecer a su costado a una planta nueva, brotada de la desesperación y de la esperanza. Un papayo hembra. Cómo llegó allí, a esa precisa esquina? Quién dejó caer la pepita de esta nueva vida? Estuve tentada, lo confieso, de arrancarla de cuajo para evitar que invadiera el espacio vital de la kentia. Me contuve. Pensé, es la muerte que abre paso a la vida. Es la naturaleza quien decide, y si en mi casa mando yo, en mi jardín manda ella. Esperaremos sus frutos. Adiós querida kentia.

jueves, 26 de febrero de 2009

de tetas y puños


La solidaridad de género no es característica de los sectores AB, allí lo que predomina es la solidaridad de clase. Con el triunfo de dos mujeres peruanas en la escena internacional ambas pertenecientes a los sectores AB, se ha desatado una especie de euforia mediática. También he visto comentarios en redes sociales tipo facebook y amigas peruanas en el extranjero han hinchado el pecho de orgullo por Claudia Llosa y Kina Malpartida. Estoy tentada de hacer una rápida encuesta con mujeres de sectores CDE sobre el triunfo de estas peruanas. Me gustaría comprobar que el fenómeno a la inversa no se da. Es decir, que la solidaridad de género sí existe en esos sectores populares y no sólo eso, sino que supera las barreras sociales. Me gustaría saber si las mujeres de la teta asustada, y las hijas de las mujeres de la teta asustada ven el triunfo de Claudia Llosa como el triunfo de una mujer peruana. Si se sienten representadas. Si las mujeres víctimas de la violencia en todas sus formas, sexual, psicológica, urbana (baste con viajar en micro para saber a qué me refiero), en fin, de todas las violencias habidas y por haber, si esas mujeres desearían enfundarse en los guantes de la Malpartida para arremeter a puñetazos contra el mundo y superar sus frustraciones. Cómo saber la forma en que ellas, -las emergentes -las emprendedoras -las micro-empresarias - las empleadas del hogar - las ambulantes - las trabajadoras sexuales - las barrenderas –las policías - las lavanderas - las cobradoras - las cajeras - las peluqueras - las heladeras, las etcétera - perciben a Kina, a Claudia, a la teta, y al puño? ¿Qué sensaciones las embargarían en una sala de cine o en un cuadrilátero? Si perciben ese mérito como cosa de pitucas en un mundo que no es de ellas, o simplemente, no lo ven. Me muero de curiosidad por saber si Magaly Solier provoca algún tipo de identificación en mujeres de Lima Norte o Lima Sur (ojo que aquí no me refiero a Ancón ni a Eisha, si no a los mal llamados “conos”).
Estando en la playa mi hija y sus amigas se preparaban para un concurso de postres. Buscaban un nombre para caracterizar sus suspiros y arroces con leche. La tía de una de las niñas les sugirió sweet heart. Por supuesto yo retruqué, y por qué no misky sonqo que es lo mismo pero en Quechua? Contra todo pronóstico no me pusieron cara de asco. No tuvieron la reacción burlona de las de mi generación frente al tawa canal limamanta pacha. Me preguntaron sobre el significado pero sobretodo se sorprendieron genuinamente: tía, ¿y tú por qué sabes Quechua? Nada más lejano y menos identificable para sus oídos pre-adolescentes, -tan acostumbrados al suave seseo del inglés- que las guturales “k” y “q” (suenan como a “j”) de la lengua de las tetas asustadas. Pero hablando de lejanías, nada más lejano también que el box, baste la siguiente pregunta para intuir su percepción: mamá, ¿Kina es gay? Ah los estereotipos!!! Y yo que pensé que era la portaestandarte de una educación gender-sensitive, gay-friendly, open-minded?
Si los traumas se transmiten por la leche materna – tesis de la película de la Llosa – los estereotipos los refuerza la sociedad. Yo le dí de lactar a mis 3 hijos, algo cada vez menos inusual felizmente hoy en día, pero no demasiado extendido en la época en que me estrenaba como madre. Por supuesto, una práctica maravillosa que las mujeres andinas asumen con la naturalidad con la que en Lima se preparan los biberones. A mi pequeña la amamanté por un año. Raro también que las madres-trabajadoras extiendan el periodo de lactancia por tanto tiempo. Espero que mi leche la haya inmunizado contra las taras y prejuicios sociales que ella deberá enfrentar. Ya le tocará decidir qué cara poner cuando las amigas se refieran a la empleada como la “maid”, si quedarse callada o cuadrarlas en one. También espero que su espíritu solidario se siga fortaleciendo, sin mediar sentido de pertenencia a clase alguna, pero exacerbado por su condición de mujer.
Quisiera, y esto es wishful thinking, que las más de 500 mujeres violadas durante el periodo de la violencia política, sus hijas, sus nietas, pudiesen romper ese círculo de dolor. En buena cuenta, que términos como el de “teta asustada” se quedasen sin referente en la vida diaria, que sólo fuesen ficción. Lamentablemente no es así. Y si no fuimos capaces de condolernos con la purita realidad, espero que en una sala de cine la conciencia nos golpee sin miramientos.

sábado, 14 de febrero de 2009

corners of my life...


Hay tareas fáciles y otras difíciles. Sin embargo, he llegado a la conclusión que el grado de dificultad es totalmente subjetivo. Me rectifico, no hay tareas fáciles o difíciles, lo que hay es personas con habilidades o personas sin habilidades. Ahora, las personas con habilidades 360 deben ser escasas, creo que no conozco a ninguna. Abundan las de habilidades 180, es decir, buenas en números y no en letras o a la inversa. Los intelectuales o los deportistas, etc.
La mayoría de los seres humanos desarrollamos capacidades, dependiendo de una serie de factores, motivación, ambiente propicio, habilidades innatas, necesidad, etc. Otros pocos son los “gifted” los que nacen con un don que les es inherente, que los acompaña sin mediar más que la gracia divina o la buena estrella.
También he leído por allí que el potencial que guardamos es inconmensurable, y que debido a la ley del menor esfuerzo, sólo utilizamos lo que es estrictamente indispensable. ¿Será?
Entonces me pregunto, ¿qué lleva a algunos elegidos a desafiar los límites, situarse al extremo y exigirse al máximo? Hoy leía un artículo sobre el “hombre araña”, un escalador francés dedicado a trepar edificios, por el simple hecho de retarse a sí mismo. Pero no se trata de edificios de 20 o de 30 pisos, se trata de rascacielos de hasta 400 metros de altura! Este ser pequeño (en estatura) y gigante en sus propósitos sufrió una caída desde 20 metros de altura, que hubiese matado a cualquier otra persona o la hubiera postrado en cama por el resto de su vida. Este no es el caso. ¿por qué? Él dice que por coraje.
Imagino que el coraje o la valentía o la necesidad de demostrarlos pueden ser razones tan válidas como cualquier otra. Pero así como no hay tareas fáciles o difíciles, tampoco existen razones válidas o no válidas.
¿Quién gana un Premio Nóbel? ¿quién llega a la luna? ¿quién inventa Internet? ¿quién danza como las mariposas? ¿quién compone la novena sinfonía estando sordo? ¿quién sueña con submarinos? ¿quién se inocula un bicho para descubrir una vacuna? Quién, quién, quién…
Talentos y dificultades, dificultades y talentos… ¿y las razones? Un romántico dirá por amor, un racional dirá por practicidad, un cínico dirá por conveniencia, un envidioso dirá por suerte, un escéptico dirá por azar, un religioso dirá por obra divina y un ateo dirá por que las condiciones estaban dadas, etc. etc. etc.
A veces, sumidos en nuestras miserias cotidianas nos sentimos tan especiales por los pequeños logros que vamos a duras penas consiguiendo. En eso llega un hombre araña para estrellarnos de frente, cara contra el asfalto.

martes, 10 de febrero de 2009

Solidari qué: bake sale en Miraflowers...


A mi vecino se le incendió su casa. A mi hija se le prendió el foco. A mi se me activó la capacidad de respuesta. Pero todo quedó en un connato. Qué paso? Mi vecino es el guardián del edificio contiguo a mi casa. Un corto circuito lo dejó sin nada. Bueno, sin lo poco que tenía, es el guardián del edificio, y como comprenderán, en un cuarto de 3 por 3 no entran muchas cosas, además de él, su bella esposa y maravillosos niños. Vamos a hacer algo, dijo Bía, pero qué?? una colecta, no creo que mueva a nadie. Genera desconfianza eso de que te pidan dinero, y además, para ser honesta, no conozco a mis vecinos, ni un poquito. No sé como se llaman, ni a qué se dedican, ni cuántas personas viven en sus cómodas casas, ni si están al día en sus cuentas, ni si son píos, porque como no voy a misa, si ellos van, jamás me enteraré. Postres!!! dijo Bía, OK, un bake sale en Miraflowers, suena bien, si estuviera en Villa el Salvador o en Comas haría una pollada, una cuyada, o cualquier ada, pero como es Miraflowers, como que no pega no??? o sea, los vecinos me mandarían a serenazgo en un triz, y el propósito de la acción quedaría anulado. Venta de postres, sale! Una semana de anticipación, Bía con ayuda de su hermano mayor diseñaron unas invitaciones muy bacanes, contando brevemente el caso, sin lamentaciones pero motivando a la gente a colaborar. María y su tía Doña Nico, prepararían las delicias, Tata, decía que no iba a alcanzar, que los vecinos iban a llegar a comprar con fuentes, y la verdad el entusiasmo nos embargó a todos. Llegó el gran día de la venta, y que creen que pasó? De 38 invitaciones a vecinos, vinieron 3, sólo 3!!! Los postres se vendieron a las empleadas, sí señores, a las empleadas, al sastre, al verdulero, esa mi gente!!! será por eso que me identifico tanto con ellos?

Eso sí, hay excepciones, llegó la mamá de un amiguito de Bía, en su carro, con chofer/guardaespaldas, y los 3 sesentaron a degustar democráticamente en el jardincito de la entrada de mi casa. Parece que eso atrajo gente, y algunos transeúntes se animaron a parar. Lo primero que se acabó, el arroz con leche que preparó Denise, la enamorada de Renato, otro corazón sensible. Luego la mazamorra morada. Pero nos quedamos como con 3 postres enteritos, no por mucho tiempo claro, los amigos de Salva se encargaron de darles vuelta en la playa antes de que termináramos de descargar el carro. Ah por supuesto Cesarolo, descendió a los infiernos y trajo a Satanás y a su novia, su presencia fue un aliento, como el de ángeles caritativos y hambrientos! Al día siguiente llamamos a Claudia para entregarle el sobrecito. No era mucho, no lo sé, cómo medir la magnitud de nuestros actos, buenos o malos? Me contó que los vecinos de su edificio se le fueron encima el día mismo del incendio, la recriminaron por haber puesto sus vidas en riesgo e intentaron botarla, dios, perdónalos porque sí saben lo que hacen!!! Bía me miraba, sus ojos abiertos, su corazón abierto, sus manos abiertas... espero que nunca se cierren.


sábado, 31 de enero de 2009

La noche más linda del mundo...



Hola, traigo un poco de salame y pan
Hola, tengo vino, o cerveza, ¿qué prefieres?
No sé, ¿vos, qué decís?
Lo que tú quieras
Bueno, la cerveza te pone muy graciosa sabés,
pero el vino
si sha sé, uhm…el vino, es lo más cercano a un porrito
Che, yo ya no ando en eso…
¿desde cuándo que no?
No sé, ya perdí la cuenta, ¿por qué la pregunta, Che?
Y ché, no sé, un poco de curiosidad nada más
¿Curiosidad o me estás insinuando algo?
Algo, ¿a qué te referís con algo?
Algo, uhm… algo
Tonta
Y tú tontísmo
Hace un frío de los mil demonios, ¿no me invitás a pasar?
Cómo, Che, si ya estás adentro
Me refiero más adentro
Tonto
Y tú tontísima
No! ya sabes las reglas
Si sha sé, entonces, ¿por lo menos me dejás encender el fuego?
Dale, yo voy trayendo las copas, ¿quedamos en vino no?
¿Quedamos? bueno, quedamos…
¿No quieres vino Che, prefieres cerveza con el frío?
Dale, que sea vino entonces, a falta de porrito…
Oye, no te das por vencido no?
Sabés que soy terco
Sí terco y tonto
y tu terquísima, cuándo vas a ceder?
Nunca
Nunca digás nunca
Nunca diré nunca, entonces
Tonta
Terco
¿Me pasás algo para encender ésto?
Allí, en la cajita del incienso hay fósforos…
Cuéntame algo Che
Uno, dos, tres…
Tonto que eres
Soy
Bueno, ¿no me vas a contar nada?
Te cuento que la leña está mojada y no va a prender
Che…no puede ser!!!
Entonces creo que tendremos que meternos a un sitio más calentito, anda, no te hagás la difícil
No sé, estemos un ratito aquí primero, mira corté el salame, delgadito como te gusta, y el pan está suavecito, y …
Y sentáte aquicito…
Ay Che, no seas huachafo
Ah, sí que sos graciosa, la limeñita, todo en diminituvo y luego me decís huachafo a mi
Si huachafo y chanta
Oye, que me pongo bravo
Argentino chanta insoportable
Vení limeñita, te voy a contar algo
Como no sea uno, dos, tres…
No, te voy a contar cuanto te quiero
Cuánto Che, dímelo…
Ah, tanto, tanto, como a este pedacito de pan con salame que me voy a comer
Ay Che, eres un grosero
Qué decís, tú la mal pensada
Yo???
Si tú, la limeñita modosita, perfectita, andá decí que sí, dejáme pasar, o es que guardás monstruos en ese cuarto?
Algo peor es lo que vas a encontrar si me sigues diciendo limeñita
Así, entonces voy a ver, soy muy curioso…
No Che! prohibido, ya sabes las reglas
Pero, me cago en las reglas sabés, soy un chanta, vos lo has dicho
Ché, qué vulgar!
Más vino? A ver si así cedés un poco
Ya no tomo, ya no tomo más!
Ah bueno, vos te lo perdés, el efecto porrito, a mi ya me está agarrando
Bueno, sólo un poquito…
Y no me das un besito?
Che???!!!.....
Sólo uno, dos, tres, ya ves, qué rico….te lo cuento otra vez...

lunes, 19 de enero de 2009

salió el sol


Salió el sol, y yo como siempre había estado esperándolo ansiosamente, como al enamorado cuando una tiene 14 años. Ahora tengo 44 y no espero mucho, aunque al sol siempre lo espero, no puedo prescindir de él. Lo estoy viendo, bueno, es un decir, estoy dejando que me vea, saliendo de mi escondite, como insecto que sale a buscar alimento. Yo me alimento de él. Cuando ya nada me caliente la piel, y haya dejado de esperarlo, cuando me dé igual si brilla o si está oculto detrás de las horribles nubes, cuando me sienta tan tullida que ni el calor me ayude, preferiré recogerme en un escondite como las arañas. Quizá me sienta tan seca y tan dura, que me dé igual verano o invierno. Aun no es así, felizmente. Aun me desenvuelvo con su tibieza, y mi piel reacciona todavía, tiñéndose de naranja, de rojo, de cobre, de marrón, de todos los tonos que él le quiera imprimir. Algún día, esa maravilla que Renato aun disfruta y que yo cuido con esmero, estará llena de manchas, no habrá cremas que la suavicen, ni aceites que la lubriquen. Estará tan marchita, tan ajada y seca, que odiaré al sol que hoy venero. Me arrepentiré de las horas lagartas y de los minutos de marmoteo, de todas la arenas y de todos las sales, de tanto bloqueador 4 a 45 que no surtió efecto. Porque cuando el sol deja de calentar por dentro, por fuera, todo se apaga.

jueves, 15 de enero de 2009

muerte chiquita


Guarda che luna, guarda che mare, da questa notte senza te dovre restare

folle d'amore vorrei morire mentre la luna di lasse mi sta a guardare.

Resta soltanto tutto il rimpianto perche ho peccato nel desiderarti tanto

ora son solo a ricordare e vorrei poter ti dire guarda che luna, guarda che mare!

Ma guarda che luna, guarda che mare, in questa notte senza te vorrei morire

perche son solo a ricordare e vorrei poter ti dire guarda che luna, guarda che mare!

Guarda che luna, guarda che mare! Che luna!


Lo que me pasa es algo muy extraño. Creo que amerita psicoanálisis, o quizá sólo sea un pretexto para echarme en el diván a confesar lo inconfesable, lo inenarrable, lo indescifrable…

Le comenté a alguien, no sé si buscar un cura, un psicoanalista o un árbitro. Me recomendaron lo tercero, alguien que me saque tarjeta amarilla o roja, que me marque las líneas de la cancha o que simplemente toque el pitazo final y me mande a dormir.

Un cura…. Un cura me mandaría a rezar no sé cuántos padres nuestros, avemarías y yopecadores… no, creo que no, no es opción válida para mí, que prefiero un ángel de la guarda dulce compañía, sin mayor trámite ni agonía…

Un psicoanalista, uhm, suena tentador, alguien que me dé algunas claves, de sol, de fa de re, para interpretar mi música interior, esa que suena en cualquier momento, en intensidades tan variadas que sólo me queda atribuírselas a las hormonas…

Un árbitro, ajá, creo que haré caso del consejo. Qué me diría un árbitro? primero, que me ponga un informe, que por fin me decida por algún equipo, que no puedo andar metiendo autogoles ni fauleándome yo misma…qué más… que respete el pitazo final, 90 minutos son 90 minutos y no hay tiempo suplementario, me recordaría que ya estoy jugando el segundo tiempo… que debo apuntar al arco, que el objetivo es claro, que me concentre… que no importa la tribuna, si es barra brava o mansa o trinchera norte o sur, este u oeste, ni las pifias ni los aplausos, que no espere nada, cera a los oídos como Ulises frente a los cantos de las sirenas… que no me deje seducir…me diría keep your cool and focus… y yo le haría caso, claro que le haría caso, por un minuto o dos le haría caso, pero así no juega Perú, yo no juego así … so, tendré que prescindir del árbitro también.

Mientras tanto, seguiré viviendo mis muertes chiquitas. En ascuas cuando luego de haber tratado de pelar una cebolla, o de responder un examen o de acabar cualquier tarea contra el tiempo, sienta que ese tiempo que se me va es el placer que me llega, chiquito, como la muerte, que sólo aparece cuando menos se espera. Y así, tratando de retenerla, con el alma en un hilo, y disfrutando de cada estertor, empiece a despertar y a preguntarme, por qué no muero despierta, aunque sea un poquito?



lunes, 5 de enero de 2009

mensajes



Hay mensajes indescifrables. A veces por tardíos, otras por tempranos. Los mensajes extemporáneos corren el riesgo de volverse indescifrables. La oportunidad es la clave. También la sorpresa. Pueden aparecer pintados en un muro virtual o real. Aparecer subrepticiamente en la esquina inferior derecha de la pantalla de la PC. Asomarse discretamente en el celular precedidos de un zumbido imperceptible. Son sutiles. No irrumpen. Casi piden permiso. El tema es que lleguen a tiempo. Si demoran, ya no sirven. Se acumulan en el inbox y pasan a ser uno más de los 3,333 mensajes que llegaron a destiempo y devinieron en indescifrables, obsoletos. Pero no sólo tienen que ser oportunos los mensajes. También tienen que estar bien dirigidos. Los FYI, dear all, just a reminder, to whom it may concern, no valen. Directo a los deleted items. Purgan por unas horas en el limbo cibernético para luego desaparecer en el click del más allá. Es que, en la era de la información, hay que ser selectiva. La sobreoferta apabulla y las antenas se saturan.
Que el mensaje correcto llegue en el momento adecuado no es casualidad. Debe haberse dado una serie de condiciones. Que las supercarreteras de la información se encuentren despejadas. Que la comunicación sea clara. El contenido substantivo. No un forward de un forward que diluye la intención y despersonaliza la relación. Un mensaje bien codificado debe ser de tu a vos. De mi para ti. De ida y vuelta. Sin abreviaciones y sin emoticones. Claro y fuerte. Conciso y preciso.
Cuando era pequeña mi padre me decía, habla claro, vocaliza, no te comas las palabras. ¿Qué diría ahora? Escribe claro, no abrevies, no cortes las palabras ni cambies las q’s por las k’s. Me diría, no tengas miedo de mandar los mensajes, hazlo en el momento oportuno. Ni antes ni después. Si quieres que te escuchen timbra primero, timbra fuerte.
Seguro diría eso, seguro haría eso. Pero yo no quiero andar saturando pantallas ni haciendo vibrar carteras o bolsillos. Sólo quiero encontrar mi muro pintado de cuando en cuando. Sentir un zumbido en mi cartera como quien no quiere la cosa. Distraerme con las letras que desfilan por la esquina inferior derecha de mi pantalla cuando estoy redactando un documento importantísimo. Y que todo eso pase en el momento en que lo deseo, en que lo necesito. Que venga de quien quiero y redactado de la forma que me gusta. ¿Es mucho pedir?