sábado, 24 de noviembre de 2007

volver a los 20...


Observo a mi hijo, ímpetu de 19 por 19 veces de irresponsabilidad. Me observo. No recuerdo exactamente cuándo empezó a suceder, cuándo dejé de tener 20, ó 30 ó 40 ó 50, cuándo decidí ser atemporal, y cagarme de risa del calendario, de las velas de rigor y de los comentarios de la gente. Tac, toc, tic, reloj no marques las horas, tic, toc, tac, pasito a paso otra vez...me trae algunos problemas esta actitud, debo confesar. Salgo con mi hijo y me miran raro. Nos divertimos harto con las caras de algunas personas, sobretodo mujeres de cierta edad o edad incierta, pero con ayuda. Una vez en el cine me preguntaron si mi amigo podía bajar los pies de la butaca, casi apenada asentí y cuando estaba a punto de corregir a los reclamones, decidí mejor seguirles la cuerda. Otra vez pasamos por El Rancho porque se nos antojaron papas fritas y siendo 14 de febrero, -nosotros ni habíamos caído en la cuenta- me recibieron con rosa y pisco sour de cortesía, nos callamos cómplices y acompañamos las papitas con el trago dulzón que nos regaló la confusión. Tambíen ha pasado que le han preguntado a mi marido si Renato es hijo de su primer matrimonio, plop! eso no fue nada divertido, al menos para él. Es que saco la cuenta, y a este chuiquito lo concebí con 23 añitos, una verdadera criatura. Creo que fue allí que decidí suspender la cuenta. Es como si hubiese hecho borrón y cuenta nueva, y me hubiese re-programado, marcador en cero y vuelta a empezar. Así me cambió la vida la maternidad. Por eso, cuando celebramos mi cumpleaños en el Sargento Pimienta, a donde llegué con mi grupo de la Maestría, no sentí el menor remordimiento. Algunas contemporáneas dirán, qué rara! o algo peor quizá. Yo la verdad, me divertí como chancha, aunque repito, esta conducta me trae serios problemas. Otro signo de mi riña con los estereotipos. Veamos: no me gustan los showers, de ningún tipo, ni los té de tías, ni nada que tenga que ver con esa palabra. Ya los saben mis sobrinos, tienen que llamarme por mi nombre. Mabe y punto. Otra rareza, me paseo por el dial sin prejuicios de ninguna clase. Lo mismo me engancho con caídos del catre, que con Speedy Gonzales y hasta a veces hago una parada en la hora del lonchecito si chapo a tormenta o a rici e povere. Me sigue gustando la radio, canto en el carro y bailo en el baño. La moda no me incomoda, los colores menos y por supuesto sigo usando el pelo en cola de caballo. Las argollas cuanto más grandes mejor y las uñas bien cortitas. A veces se me antojan cuasi negras, y las amigas de Salva alucinan. En cuanto a los jean, los sigo amando, y los tengo en todos los colores y modelos. Las carteras: enormes. Uso una hasta que pasa a mejor vida y sólo la cambio cuando encuentro otra que me guste igual o más. Con ellas no respeto las combinaciones, la de turno acompaña cualquier atuendo. Cada mañana es mi estado de ánimo el que me marca la pauta. Mi ánimo es un "cromómetro" y es bastante sensible. Hace años que descartó el rosado, y últimamente es bastante recurrente con el verde. Sin embargo, hay días rojos, negros, marrones, morados y hasta turquesas. Tac, toc, tic, botas, tacos y punta-aguja, tic, toc, tac, zapatillas, balerinas, pies descalzos. Impetu de 19 por 19 veces de irresponsabilidad. Cuando lo concebí era sólo un toque mayor que él. Nunca tan irresponsable y siempre con el mismo ímpetu. Sé que eso molesta como mierda. Sé que eso no se entiende. Sé que se toma a mal. Yo lo tomo con naturalidad. Me gusta andar en neutro para meter primera y arrancar cuando me provoca. Me gusta andar descalza, imperceptible, como me gusta calzar botas y marcar el paso. Por qué ceñirme a un molde? por qué no calzo en ninguno? ni en el de 20, ni en el de 30, ni en el de 40 o 50? Observo a mi hijo y me observo, qué rara que soy.

domingo, 18 de noviembre de 2007

respeta mi espacio!



Me pregunto si todos aquellos cobardes faltos de imaginación que terminaron una relación con el manido "necesito mi propio espacio", escucharon alguna vez hablar de la proxémica. Me encantó ese término desde que por primera vez se lo escuché a Julio Hevia en una clase de psicología de la comunicación, magistral. Lo he tenido siempre presente, en la medida que soy muy conciente de mi cuerpo y de mi lenguaje corporal. De igual modo reclamo la misma conciencia. Ni un centímetro de más ni uno de menos, la distancia exacta en cada caso y cada cosa en su lugar. Veamos: "la proxémica es un apartado de la antropología social que estudia el uso y percepción del espacio social y personal, poniendo especial atención en la forma en que las personas responden a las relaciones espaciales en el establecimiento de grupos formales o informales, al liderazgo, al flujo de comunicación y actividades, en base al espacio y densidad ocupados." Entonces, el estudio de esta disciplina nos enseña que existen estándares aceptados socialmente, pero que varían de acuerdo a cada cultura, para, por así decirlo, delimitar el territorio en que nos movemos. Por ejemplo, hablando siempre de aproximaciones, la distancia pública, es decir, la que mantenemos con desconocidos en un lugar de libre acceso es de entre 3.5 y 7. 5 metros; la distancia social suele ser de entre 1.25 y 2 metros, y es la que observamos en los centros laborales y académicos; y así, los encuentros se van poniendo cada vez más cercanos. La distancia personal se puede recortar a medio metro y por supuesto la íntima a menos de ello hasta llegar a anularse. Claro, estoy hablando de lo que un antropólogo como Edward Twitchell Hall estableció en un ámbito geográfico, cultural y temporal tan distante de nuestra caótica realidad como lo fue Missouri a inicios del siglo pasado. Entonces, intentando un interesante ejercicio de extrapolación propongo un enfoque desde la proxémica para observar por ejemplo, el perreo, distancia nula y menos que ello, o el interior de un micro en trayecto por la Av. Abancay en hora punta, guarda con mi espacio vital! bueno pues gringuita, si no te gusta, agarra tu taxi! Es que es muy fácil ver los toros desde la barrera, y para ser sincera, hace años que evito subirme tanto a uno como a otro. Pero al margen de los códigos espaciales y de interacción con nuestros semejantes que nos impone el caos de nuestra querida Lima la horrible, existen otros más sutiles, menos agresivos en apariencia, en todo caso más disimulados, que revelan la herencia de la arcadia colonial que aun no logramos superar. Veamos, Club Regatas La Cantuta, domingo, cientos de familias privilegiadas buscando despavoridas el sol en invierno. La "señora" por delante, a paso firme, indoblegable, la "empleada" por atrás, cargada como ekeko, embutida en un uniforme blanco, invierno o verano, en la Cantuta o en Asia, no se libra de esa camisa de fuerza discriminadora e incómoda, que ni abriga lo suficiente, ni es lo suficientemente fresca para el calor. Sigamos. Nunca he podido lograr que las más "cultas" de mis conocencias saluden a las señoras que trabajan en mi casa, seguro son invisibles para sus esmerados ojos cansados de leer Cosas y otras obras de erudición. Bueno si el saludo es negado, negada es la persona misma. Por supuesto pensar en un apretón de manos o en un muy peruano besito en la mejilla es una premisa también negada del saque. En conclusión, por lo menos 3 metros de indiferencia en el mejor de los casos o un abismo de discriminación, en la práctica más común de nuestra burguesía limeña. Recuerdo lo que me dijo al respecto una amiga con relación a una carta que envié al Club de Punta Hermosa por pretender imponerme que la querida nana de mi hija vaya en uniforme y por "transmitirme" las quejas de otras socios en relación a mi osadía de compartir con ella, sombrilla, playa, charla y choritos a la chalaca. Lo que me dijo en tono condescendiente y seguro con la mejor de las intenciones me dejó atónita: "piensa que en el fondo le estás haciendo un mal a ella, ese no es su lugar, se debe estar sintiendo incómoda y por último, para que pretender cambiar las costumbres". Siempre le di una explicación a reacciones como ésta desde lo social, cultural y hasta afectivo. Pero la proxémica nos arroja luces que van más allá y que llegan a lo más instintivo, al ámbito de la territorialidad, que en términos simples, viene siendo, la forma en que los animales -hombres y mujeres incluidos- marcamos nuestro territorio en aras de la propia sobrevivencia. Bingo! si pues, cuán amenazados nos podemos sentir que hasta llegamos a condenarnos a vivir en cárceles doradas, en ghetos amurallados, en condominios "exclusivos", en la más terrible connotación del término, es decir, "excluyentes". En realidad, no estoy abogando por la supresión de las distancias. Mi relfexión va más por el lado de cómo clasificamos, con qué criterio tendemos puentes o levantamos murallas. En base a qué nociones permitimos cercanía o hacemos sonar las alarmas de la invasión, de la transgresión. En todo caso, mi propuesta es la de considerar que nuestro órgano más extendido decida, pura cuestón de piel. Lo que no me incomoda es lo que permito. Si me siento incómoda, erizo total. Eso sí, por favor, no invadas mi espacio sin permiso, sin consentimiento, nada. Ni en la cola del cine, ni en la del banco ni en ninguna otra, estricto orden de llegada, respeto guardan respetos. Ahora, si se trata de bailar, y es marinera, la ley es otra, y atrápame si puedes. Si eres mi pata y necesitas un abrazo, brazos abiertos. Si eres mi amiga y buscas un paño de lágrimas, mi hombro es tuyo. Si eres un niño y hay que arrullarte, soy toda cuna. Complejo esquema este de la proxémica, como un campo minado, así que a andar con cuidado, no hay avisos ni carteles. Y eso de que necesito mi propio espacio, cierto. Pero que no sirva de tonta excusa. Porque, al menos en mi caso, ese espacio lo conservo contigo o sin tí, simplemente porque no tiene dimensiones conocidas. Es un aquí y un ahora interno, que nadie puede invadir. Que es sólo mío, y cuya llave guardo celosamente.

domingo, 11 de noviembre de 2007

querida mía de siempre...


quiero que sepas que ésto que escribo lo hago por tí y para tí, pero también por mí y para mí... no tenías tres años cuando te conocí, un sólo de pecas en una carita preciosa...sigues siendo la misma para mí, con todo y cuanto hemos recorrido juntas y separadas. Siempre he sabido de tí en mi interior, comparto muchas de tus inquietudes, te acepto tal y como eres y como has decidido seguir siendo, porque tu escencia es la misma.
Busqué aleatoriamente entre mis libros, saltó ésto, es de Osho:
"si piensas demasiado - y el pensar siempre es parte del pasado y del futuro- tus energías se apartarán del sentir. Sentir es aquí-ahora. Si tu energía se desplaza hacia el pensar entonces no dispondrás de energía suficiente para adentrarte en el sentir y el amor no será posible".
Querida mía, no pienes, siente. Siente como has sentido siempre, con intensidad, con fuerza y con toda la energía de tu ser, ama.
No somos tributarios de las desesperanzas de los otros y mucho menos de las esperanzas que sobre nosotros ponen los otros. Decidimos sobre nuestras vidas porque en buena cuenta es sobre lo único que podemos decidir. Bueno o malo, a quién le importa? a quién le debe importar? además, ya basta de tanto maniqueísmo! Somos lo bueno y lo malo, somos azúcar y sal, ángel y demonio, hembra y macho, todo en uno. Somos lo que sentimos que somos, para qué racionalizar? qué dolor de cabeza pequeña, eso déjaselo a los maniqueos, a los que no dan un paso paralizados por el miedo, a las estautas de sal que se quedaron estáticas pegando sus miradas al pasado y a los que tropiezan a cada paso por vivir pendientes del futuro, o del que dirán.
Sabes que aquí cuentas con un espacio, cuentas con nosotros todos, con nuestro amor de siempre, aceptación de siempre, respeto de siempre, incondicional.

martes, 6 de noviembre de 2007

sueño recurrente


Tengo varios libros de interpretación de los sueños. Me gusta el de Clara Tahoces que me regaló Rafael en la navidad del 2002, qué horror, ya van a ser 5 años! Lo consulto regularmente. Es un diccionario de interpretación. Cuando me despierto y tengo la vívida imagen de lo que he soñado, siempre hay elementos que destacan, un cóndor, un gato, un perro, delfines, caballos, sacando la cuenta, estoy descubriendo que sueño bastante con animales, quizá alguien le pretenda dar una interpretación freudiana. También tengo el libro de interpretación de los sueños de Freud, me lo regaló Carlita, pero la verdad que el de Tahoces es más práctico, y por cierto, menos riguroso, si es que se puede hablar de rigor en esta tema que muchos consideran esotérico. Mi sueño recurrente es con el mar. Mar, mar, mar, mar, por los cuatro costados: "el mar es símbolo de la dinámica de la vida. Todo nace de él y regresa a él. Es el renacimiento que se liga con los símbolos del agua y la luna". Interpretación: "es el símbolo del inconsciente colectivo del que hablaba Jung, de los instintos y de las pasiones. Todo lo que ocurre en el mar representa aquello que ocurre en el interior." Por eso siempre ha ejercido una fascinación sobre mí el mar. Lo mismo que la luna. Ahora entiendo. Es mi propio ensimismamiento. Mi autocontemplación. Me produce un conflicto atracción-evitación. Es todo lo que siempre he sabido y siempre he negado. Lo que ví en el espejo desde que tuve uso de razón, y lo que quise ver más allá de las imágenes repetidas hasta el infinito. Es la conciencia de que este paso es breve. Que finalmente regresaré a él y saldré de él on otro cuerpo mojado por la misma agua, sólo que más curtido, por la misma sal. No tengo idea de cuántas veces me he zambullido en aguas profundas. Sé que no pocas. No sé cuántas lunas me han contemplado en el proceso ni cuántas lunas he contemplado yo en el proceso. Sé que no hay coincidencias, por eso me encuentro con Jung en este diccionario justo ahora que estamos metidos hasta el tuétano en lo de inteligencia espiritual y hurgando en psicilogía transpersonal. Mis sueños son tan reales. Si algo me he de llevar al próximo chapuzón, que sea el libro de Tahoces. Quisiera entrar en luna llena y salir en luna nueva. Encontrar la playa desierta y la arena tibia. Brisa del sur y una copa de apple martini en la orilla.

sábado, 3 de noviembre de 2007

el terruco II


Nunca me gustó tanto la historia como ayer. No la del colegio, esa no sirve para nada, de esa hay que hacer literalmente borrón y cuenta nueva, tanto por lo que dice como por lo que deja de decir. Algunos ejemplos. Una Lima negra, casi una ciudad africana, a la que llegó San Martín, un militar, mazón, liberal, monárquico, con hartas dudas existenciales...una Lima negra porque los indios estaban encerrados en reducciones y los blancos "decentes", no se mostraban por calles y plazas. Y la Manuelita Sáenz, que fue a parar a una fosa común en Paita? a quién le enseñan eso cuando le machacan a Bolivar en 2do, 3ro o 4to de media. Gran fractura histórica, la de una nación que no concede siquiera una tumba digna a la mujer de su libertador, terruco dixit. 10 milones de seres arrancados de su tierra durante 400 años, 10 millones de almas condenadas a la esclavitud, 1 millón y medio asesinadas en el trayecto... cierro los ojos y me meto en su piel negra, respiro el hedor del miedo, de la mierda, de la sangre, en un barco portugués, español o inglés, mareada hasta el vómito en una travesía hacia el infierno...y digo que tengo de mandinga, por más que trato de reivindicar en mi propio pellejo, tanta humillación, no puedo, no podría. Y el Taki Onqoy o "la rebelión de las huacas". Podría partir en resistencia pacífica hacia los recintos sagrados andinos a rogar a mis dioses originarios (no los de la culpa, no los del silicio, no los del crucifijo) poner fin a la masacre? Permanecer 10 años unida al cosmos en irreverente entrega y simplemente esperar? No sé qué esperar ahora. Y sigue. Quién en su vida escolar escuchó hablar del trío Zulen, Capelo, Mayer? Un chino, un italo-peruano y una gringa que emprendieron la causa de los indios y publicaron el Deber Proindígena a inicios del siglo pasado? Tres solitarios que la historia oficial ha olvidado, o peor, ignorado. Sabe alguien o alguien enseña que la tripulación del Huáscar fue conformada en un 40% por afroperuanos? A quién rendimos culto? a quién homenajeamos? quiénes son nuestros héroes nacionales? qué nación de ciegos, sordos y mudos históricos! Nos hemos inculcado falsos nacionalismos y levantado monumentos a ídolos con pies de barro. Nuestros paradigmas reposan sobre el ceviche, el chullo y la cerámica de chulucanas. Qué rica nuestra comida, qué malo nuestro gusto, siempre atento a lo que el extranjero opina para recién asumir una posición. Si el poncho trae etiqueta "made in el culo del mundo", me lo pongo, si no, cosa de cholos...Si acurio rellena los ravioles con alpaca, gourmet, sino, cómo se come eso...y me incluyo. Mea culpa, mea culpa, me flagelo con los instrumentos de tortura que gentilmente me heredaron los inquisidores. Culpable me confieso, pero por lo menos, me cuestiono. Me gustan las clases del terruco. Me gusta su sonrisa, me invita a la reflexión y le añade placer a mi auto-tortura intelectual.