sábado, 31 de enero de 2009

La noche más linda del mundo...



Hola, traigo un poco de salame y pan
Hola, tengo vino, o cerveza, ¿qué prefieres?
No sé, ¿vos, qué decís?
Lo que tú quieras
Bueno, la cerveza te pone muy graciosa sabés,
pero el vino
si sha sé, uhm…el vino, es lo más cercano a un porrito
Che, yo ya no ando en eso…
¿desde cuándo que no?
No sé, ya perdí la cuenta, ¿por qué la pregunta, Che?
Y ché, no sé, un poco de curiosidad nada más
¿Curiosidad o me estás insinuando algo?
Algo, ¿a qué te referís con algo?
Algo, uhm… algo
Tonta
Y tú tontísmo
Hace un frío de los mil demonios, ¿no me invitás a pasar?
Cómo, Che, si ya estás adentro
Me refiero más adentro
Tonto
Y tú tontísima
No! ya sabes las reglas
Si sha sé, entonces, ¿por lo menos me dejás encender el fuego?
Dale, yo voy trayendo las copas, ¿quedamos en vino no?
¿Quedamos? bueno, quedamos…
¿No quieres vino Che, prefieres cerveza con el frío?
Dale, que sea vino entonces, a falta de porrito…
Oye, no te das por vencido no?
Sabés que soy terco
Sí terco y tonto
y tu terquísima, cuándo vas a ceder?
Nunca
Nunca digás nunca
Nunca diré nunca, entonces
Tonta
Terco
¿Me pasás algo para encender ésto?
Allí, en la cajita del incienso hay fósforos…
Cuéntame algo Che
Uno, dos, tres…
Tonto que eres
Soy
Bueno, ¿no me vas a contar nada?
Te cuento que la leña está mojada y no va a prender
Che…no puede ser!!!
Entonces creo que tendremos que meternos a un sitio más calentito, anda, no te hagás la difícil
No sé, estemos un ratito aquí primero, mira corté el salame, delgadito como te gusta, y el pan está suavecito, y …
Y sentáte aquicito…
Ay Che, no seas huachafo
Ah, sí que sos graciosa, la limeñita, todo en diminituvo y luego me decís huachafo a mi
Si huachafo y chanta
Oye, que me pongo bravo
Argentino chanta insoportable
Vení limeñita, te voy a contar algo
Como no sea uno, dos, tres…
No, te voy a contar cuanto te quiero
Cuánto Che, dímelo…
Ah, tanto, tanto, como a este pedacito de pan con salame que me voy a comer
Ay Che, eres un grosero
Qué decís, tú la mal pensada
Yo???
Si tú, la limeñita modosita, perfectita, andá decí que sí, dejáme pasar, o es que guardás monstruos en ese cuarto?
Algo peor es lo que vas a encontrar si me sigues diciendo limeñita
Así, entonces voy a ver, soy muy curioso…
No Che! prohibido, ya sabes las reglas
Pero, me cago en las reglas sabés, soy un chanta, vos lo has dicho
Ché, qué vulgar!
Más vino? A ver si así cedés un poco
Ya no tomo, ya no tomo más!
Ah bueno, vos te lo perdés, el efecto porrito, a mi ya me está agarrando
Bueno, sólo un poquito…
Y no me das un besito?
Che???!!!.....
Sólo uno, dos, tres, ya ves, qué rico….te lo cuento otra vez...

lunes, 19 de enero de 2009

salió el sol


Salió el sol, y yo como siempre había estado esperándolo ansiosamente, como al enamorado cuando una tiene 14 años. Ahora tengo 44 y no espero mucho, aunque al sol siempre lo espero, no puedo prescindir de él. Lo estoy viendo, bueno, es un decir, estoy dejando que me vea, saliendo de mi escondite, como insecto que sale a buscar alimento. Yo me alimento de él. Cuando ya nada me caliente la piel, y haya dejado de esperarlo, cuando me dé igual si brilla o si está oculto detrás de las horribles nubes, cuando me sienta tan tullida que ni el calor me ayude, preferiré recogerme en un escondite como las arañas. Quizá me sienta tan seca y tan dura, que me dé igual verano o invierno. Aun no es así, felizmente. Aun me desenvuelvo con su tibieza, y mi piel reacciona todavía, tiñéndose de naranja, de rojo, de cobre, de marrón, de todos los tonos que él le quiera imprimir. Algún día, esa maravilla que Renato aun disfruta y que yo cuido con esmero, estará llena de manchas, no habrá cremas que la suavicen, ni aceites que la lubriquen. Estará tan marchita, tan ajada y seca, que odiaré al sol que hoy venero. Me arrepentiré de las horas lagartas y de los minutos de marmoteo, de todas la arenas y de todos las sales, de tanto bloqueador 4 a 45 que no surtió efecto. Porque cuando el sol deja de calentar por dentro, por fuera, todo se apaga.

jueves, 15 de enero de 2009

muerte chiquita


Guarda che luna, guarda che mare, da questa notte senza te dovre restare

folle d'amore vorrei morire mentre la luna di lasse mi sta a guardare.

Resta soltanto tutto il rimpianto perche ho peccato nel desiderarti tanto

ora son solo a ricordare e vorrei poter ti dire guarda che luna, guarda che mare!

Ma guarda che luna, guarda che mare, in questa notte senza te vorrei morire

perche son solo a ricordare e vorrei poter ti dire guarda che luna, guarda che mare!

Guarda che luna, guarda che mare! Che luna!


Lo que me pasa es algo muy extraño. Creo que amerita psicoanálisis, o quizá sólo sea un pretexto para echarme en el diván a confesar lo inconfesable, lo inenarrable, lo indescifrable…

Le comenté a alguien, no sé si buscar un cura, un psicoanalista o un árbitro. Me recomendaron lo tercero, alguien que me saque tarjeta amarilla o roja, que me marque las líneas de la cancha o que simplemente toque el pitazo final y me mande a dormir.

Un cura…. Un cura me mandaría a rezar no sé cuántos padres nuestros, avemarías y yopecadores… no, creo que no, no es opción válida para mí, que prefiero un ángel de la guarda dulce compañía, sin mayor trámite ni agonía…

Un psicoanalista, uhm, suena tentador, alguien que me dé algunas claves, de sol, de fa de re, para interpretar mi música interior, esa que suena en cualquier momento, en intensidades tan variadas que sólo me queda atribuírselas a las hormonas…

Un árbitro, ajá, creo que haré caso del consejo. Qué me diría un árbitro? primero, que me ponga un informe, que por fin me decida por algún equipo, que no puedo andar metiendo autogoles ni fauleándome yo misma…qué más… que respete el pitazo final, 90 minutos son 90 minutos y no hay tiempo suplementario, me recordaría que ya estoy jugando el segundo tiempo… que debo apuntar al arco, que el objetivo es claro, que me concentre… que no importa la tribuna, si es barra brava o mansa o trinchera norte o sur, este u oeste, ni las pifias ni los aplausos, que no espere nada, cera a los oídos como Ulises frente a los cantos de las sirenas… que no me deje seducir…me diría keep your cool and focus… y yo le haría caso, claro que le haría caso, por un minuto o dos le haría caso, pero así no juega Perú, yo no juego así … so, tendré que prescindir del árbitro también.

Mientras tanto, seguiré viviendo mis muertes chiquitas. En ascuas cuando luego de haber tratado de pelar una cebolla, o de responder un examen o de acabar cualquier tarea contra el tiempo, sienta que ese tiempo que se me va es el placer que me llega, chiquito, como la muerte, que sólo aparece cuando menos se espera. Y así, tratando de retenerla, con el alma en un hilo, y disfrutando de cada estertor, empiece a despertar y a preguntarme, por qué no muero despierta, aunque sea un poquito?



lunes, 5 de enero de 2009

mensajes



Hay mensajes indescifrables. A veces por tardíos, otras por tempranos. Los mensajes extemporáneos corren el riesgo de volverse indescifrables. La oportunidad es la clave. También la sorpresa. Pueden aparecer pintados en un muro virtual o real. Aparecer subrepticiamente en la esquina inferior derecha de la pantalla de la PC. Asomarse discretamente en el celular precedidos de un zumbido imperceptible. Son sutiles. No irrumpen. Casi piden permiso. El tema es que lleguen a tiempo. Si demoran, ya no sirven. Se acumulan en el inbox y pasan a ser uno más de los 3,333 mensajes que llegaron a destiempo y devinieron en indescifrables, obsoletos. Pero no sólo tienen que ser oportunos los mensajes. También tienen que estar bien dirigidos. Los FYI, dear all, just a reminder, to whom it may concern, no valen. Directo a los deleted items. Purgan por unas horas en el limbo cibernético para luego desaparecer en el click del más allá. Es que, en la era de la información, hay que ser selectiva. La sobreoferta apabulla y las antenas se saturan.
Que el mensaje correcto llegue en el momento adecuado no es casualidad. Debe haberse dado una serie de condiciones. Que las supercarreteras de la información se encuentren despejadas. Que la comunicación sea clara. El contenido substantivo. No un forward de un forward que diluye la intención y despersonaliza la relación. Un mensaje bien codificado debe ser de tu a vos. De mi para ti. De ida y vuelta. Sin abreviaciones y sin emoticones. Claro y fuerte. Conciso y preciso.
Cuando era pequeña mi padre me decía, habla claro, vocaliza, no te comas las palabras. ¿Qué diría ahora? Escribe claro, no abrevies, no cortes las palabras ni cambies las q’s por las k’s. Me diría, no tengas miedo de mandar los mensajes, hazlo en el momento oportuno. Ni antes ni después. Si quieres que te escuchen timbra primero, timbra fuerte.
Seguro diría eso, seguro haría eso. Pero yo no quiero andar saturando pantallas ni haciendo vibrar carteras o bolsillos. Sólo quiero encontrar mi muro pintado de cuando en cuando. Sentir un zumbido en mi cartera como quien no quiere la cosa. Distraerme con las letras que desfilan por la esquina inferior derecha de mi pantalla cuando estoy redactando un documento importantísimo. Y que todo eso pase en el momento en que lo deseo, en que lo necesito. Que venga de quien quiero y redactado de la forma que me gusta. ¿Es mucho pedir?