viernes, 31 de octubre de 2008

Attachment


El sushi es un pretexto de dos veces por semana para confesarnos nuestra amistad. Con ellos aprendí a comer con palitos. Me enseñaron los placeres del pescado crudo y las bondades del ochá, frio como caliente. Arroz, siempre blanco. Vino a veces. Nunca Inca Kola ni cosas de ese tipo, lo más cercano a Capón después de mi incursión primera de la mano de mi padre hace ya tantos años.

Nunca ordeno yo. Sólo sigo los códigos. A veces una sopa misoshiro, a veces defrente el sashimi. Me reconcilié con el wasabe porque me copié de la fórmula perfecta, ni muy muy, ni tan tan, lo justo y necesario, para que el sillao adquiera la categoría gourmet.

Son dos veces por semana, a veces sólo una. Caminamos hasta El Polo y abrimos el local, nunca hay nadie a las 12 todavía. Abusamos de nuestro tiempo de refrigerio y la hora se nos pasa tan rápido que ignoramos los relojes. La China exige, como buena, creatividad, diferencia, innovación. El Chino, observa con condescendencia y hace la orden. Yo sólo espero. Cualquier combinación que venga de la mezcla de ambos temperamentos ha de ser buena. Es rara esta relación triangular tan armónica. Nunca sobra nadie, pero tampoco falta, si salimos de a dos también está bien. Si es de a tres es mejor, sin embargo, hay una química especial en ese trío. Sin violines ni terceros en discordia. No hay attachment, pero de alguna forma lo hay. Ese fue el tema de nuestra conversa de hoy. El Chino no cede y la China no da tregua. Siempre opinan cada uno desde la orilla opuesta. Esa esgrima mental y verbal me encanta. El Chino dice que es una cuestión de temperamentos, la China dice que es un MUST en la vida. Que quien no ha sufrido de attachment no ha vivido. Esta vez concuerdo con ella pero no siempre es así. No fundamentalizo con ellos, nunca pongo nada en tela de juicio, estar con ellos garantiza mi derecho a la irreverencia, a ser yo cuando me da la gana y a no ser nada cuando estoy desganada, no tengo que esforzarme con ellos, sólo dejarme ser, en armonía y de a tres.

Hoy que me invitaron por mi cumpleaños fue aun más especial. Debe haber sido por el vino rosé. Nos soltó la lengua al toque, aflojó las emociones, dilató las papilas gustativas y prendió el pálido rostro del Chino. Es un efecto que produce el alcohol en los de origen asiático, y aunque él solo tiene 25% se pone como un camarón, mientras que a ella, China en 75%, no se le mueve un pelo. De regreso seguíamos elucubrando sobre las relaciones, encendidos por el vino y felices por la conversa. Bien terapéutico esto del sushi, con el rosé y el attachment, una combinación perfecta.

jueves, 2 de octubre de 2008

octubre: (...yo...)


Como es octubre mes de mi cumpleaños, pongo pausa, abro paréntesis, puntos suspensivos, me sitúo al medio, puntos suspensivos, cierro paréntesis.

Octubre para mi no es mes morado, es rojo, verde, naranja, y morado también claro, pero no de hábito. Llega todo colorido precedido por la primavera, y mi ánimo cambia, se sacude de invierno y se viste de fiesta. Me gusta celebrar, celebrarme, observarme, analizar la imagen que me regresa el espejo, igual, diferente, a la del año anterior. Me escudriño. Me renuevo, visualmente recorro lo que es y ya no es, lo que estaba aquí y ahora está allí, lo que no estaba y apareció, por arte de los años.

Sigo armando la ecuación, me descifro. Dentro del paréntesis, elevo mis senos al cuadrado, multiplico mi abdomen por cero. A mi cintura le saco la raíz cuadrada y a mis caderas nada. Formo un ángulo recto entre mi cuello y mi barbilla y a mis glúteos los encierro en dos perfectas circunferencias. Sigo en pausa, en neutro, como me gusta andar por la vida. En ese espacio donde puedo jugar matemáticas a mi manera todo es posible. Danzar sin movimiento, moverme otra vez como en el vientre de mi madre, estar toda húmeda y desnuda, flotar…girar… enredarme y desenredarme … larvar… regresar al embrión, a la célula primigenia, impulsada por un torrente, explotar en mil, descomponerme infinitesimalmente, recomponerme hasta el chi cuadrado… en octubre abro un paréntesis, puntos suspensivos, me sitúo en el medio, cierro paréntesis.

Octubre para mi no es el mes 10. Es el mes cero del año cero de la era que así se inicia, en un paréntesis. Octubre para mí es una paleta de colores, que se expanden a la velocidad de la luz, y que nadie puede ver, sólo yo, en mi paréntesis. Donde el rojo va a parar a mis labios, el morado a mi sexo, el negro a mis cabellos y el marrón a la cima de mis montes.

Octubre me pinta de cuerpo entero. Octubre me suspende el alma. Octubre me activa el deseo. Octubre me arma y me desarma.