domingo, 23 de diciembre de 2007

mis propósitos de año nuevo


Año chino de la rata, buena onda, rata es Renato, le irá bien. Yo soy dragón, al dragón siempre le va bien, y más si está acompañado de la rata, que está en su año. Fui al chifa y les pregunté a mis amigos recién llegados de Cantón qué año toca, me regalaron un calendario, allí me enteré. Hace algunos días acompañé a otro amigo a escuchar a un maestro budista predicar sobre el amor y la compasión. Me regalaron una estampita, al igual que el calendario, roja con letras doradas. ¿por qué será que a los chinos les gusta tanto esa combinación? por los visto a los tibetanos también, el maestro que menciono es tibetano, y habló en tibetano, y fue traducido al inglés y de allí al español, y yo quedé literalmente "lost in translation". A pesar de ello, salí de la prédica en un estado de conciencia (Paul dixit) diferente. Me duró poco, llegué a casa y me quedé dormida mirando la estampita, en realidad es un sticker, con un mantra milenario que me limpia un mil millones de vidas mal vividas sólo por verlo. Le puse el sticker delante de los ojos a mis hijos, la limpieza viene aunque no creas en el tema. Sólo Salvador le prestó atención, lo pasó por sus dedos varias veces y no hizo comentarios burlones como su hermano. El es gallo, tendrá que ver? Renato es dragón y su soberbia a veces me irrita. Yo debo irritar igual, o más y a muchos. Por eso, aquí va un propósito, dejar de irritar a la gente. Más perfil bajo, menos fuego por mis fauces. Sigo con el relato, entre la vigilia y el sueño, con el sticker en las manos, me sobraltaron los reclamos, por ir a donde no quisieron que fuera, por buscar lo que no me hace falta, por tentar a la tentación. Así me despertaron. Empecé a poner en práctica mi propósito número uno y me quedé bien (bien?) callada. Me dormí muda, me tragué las palabras. Me gustaría saber lo que dice el sticker. Otro objeto me llamó la atención durante la sesión con el maestro. Una especie de bolero, esos juegos antiguos en los que tienes que ensartar una bola pequeña como un puño en un pequeño palo, todo de madera. Este objeto era un palo, no tenía bola, en su lugar tenía como un cubo que el maestro hacía girar rítmicamente de rato en rato, moviendo graciosamente la muñeca. El cubo giraba y hacía que una pitita amarrada a él diera vueltas como hélice. Le pregunté a Paul, me dijo que era un objeto que se usa para rezar, y que cada vuelta representa un mantra. Tate! como en el cuento de la princesa china que me recitaba mi papá y que empezaba así: yo le decía, papi, cuéntame un cuento, y el me retrucaba, un cuento? yo le contestaba sí un cuento, y el empezaba a declamar: un cuento, intención muy sana me induce a contarte un cuento, si sale mal, pues lo siento, más quien no arriesga no gana, a la luz de esta verdad, iré al instante a la obra, bien sabe dios que me sobra, innegable voluntad... y seguía: sabías tú que en la China, exótica y misteriosa, religiosa y devota... y así me llevaba de la mano por una China que me infundía respeto y miedo pero también curiosidad y admiración, me describía sus costumbres, me narraba su historia, casi me hacía saborear su comida... como preámbulo de una narración en verso que nunca supe si se la inventó él o la memorizó y de la que lamentablemente sólo recuerdo fragmentos. Bueno, en esta historia de la China milenaria, existía un elemento, un objeto mágico religioso, un cilindro de enormes proporciones que los súbditos de la princesa hacían girar con esfuerzo titánico. Cada vuelta una oración, miles de chinos girando el cilindro y orando, como una procesión del señor de los milagros pero en círculos, y las andas incrustadas en el cilindro. Cada vuelta un mantra. El maestro de manera casi autómata, girando su muñeca. Inmediatamente relacioné ambas cosas. Entiendo que los chinos le han hecho la vida imposible a los tibetanos. El mismo maestro que tenía frente a mis ojos había estado encarcelado durante 20 años por los chinos. Segundo propósito, no hacerle la vida imposible a nadie. Respeto y tolerancia, bien seas de mi bando o del contrario, finalmente, como dicen, uno no elige de qué parte de la trinchera quiere estar. Menos ira, más vueltas al cilindro. Meditar más las acciones y encontrar un mantra que repetir hasta el cansancio para sellar mis labios y no quemarme con el fuego cuando me lo tenga que tragar. Creo que es bastante. Parece poco pero ojo que soy dragona. De hecho, el año se presenta prometedor, creo en los chinos, en sus sabiduría llena de simbolismos, como creo en el amor y la compasión que el maestro tibetano predicó en un idioma universal, el del corazón. Creo en los mantras que no puedo descifrar y creo en su poder de revertir los karmas que arrastro y que me arrastran. Ese sticker no lo pegaré en ninguna parte porque su poder no viene del papel. Creo que creo. Creo en los cuentos de mi padre que el tiempo está borrando de mi memoria y creo que él volverá a contármelos alguna vez, en la voz de un maestro tibetano o en los mantras que algún día descifraré. Año de la rata. Año para ser precavidos y austeros. Año para ser audaces y sigilosos. Año para anidar en familia y procrear. Año para ser prolífico. 2008, recibe mis propósitos y llévate mis despropósitos. Te esperaré de rojo con un toque de dorado, los chinos y los tibetanos han de saber por qué.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mabe, genial el post, me encantó saber que pudiste extraer algo especial para ti de la charla de Ganchen Rinpoche!

Sólo tengo que hacer una inevitable aclaración, y sin ánimos de bajar tus expectativas, el efecto para los nacidos en el año de la rata (o de cualquier otro signo) al llegar a un año "gobernado" por ese mismo signo, NO es favorable. Entonces hay que tener más cautela. Ya te pasaré algunos tips que Renato podría hacer... si logras convencerlo! Finalmente, el trabajo siempre es de cada uno!

Abrazo,

Yoppp!

pd. no te preocupes, tampoco es tan terrible la cosa, sólo que hay que estar más atento a nuestras acciones... si eres una "rata" :P

Cesarolo dijo...

Nunca he sido partidario de establecer propósitos para cada año, es decir, definitivamente cada quien tiene cosas que cambiar y todo eso; pero, en fin...
Una amiga de ascendecia China me dijo (y contrariamente a lo que Paul dice) que este año, que es el año de la rata, sería "mi año" y que debía celebrar su llegada y agradecer al final de este por todo lo obtenido.
Siguiendo con la lógica, tú dragón, yo rata, nos debe ir bien juntos eh??? así que ahí va mi propósito para el próximo año: Terminar la tesis, sustentarla, barrer con el jurado y aprobar con un sobresaliente.

Ebam dijo...

Ya estoy brindando por eso Cesarolo, salud!!

Ebam dijo...

Ya estoy brindando por eso Cesarolo, salud!!