lunes, 5 de enero de 2009

mensajes



Hay mensajes indescifrables. A veces por tardíos, otras por tempranos. Los mensajes extemporáneos corren el riesgo de volverse indescifrables. La oportunidad es la clave. También la sorpresa. Pueden aparecer pintados en un muro virtual o real. Aparecer subrepticiamente en la esquina inferior derecha de la pantalla de la PC. Asomarse discretamente en el celular precedidos de un zumbido imperceptible. Son sutiles. No irrumpen. Casi piden permiso. El tema es que lleguen a tiempo. Si demoran, ya no sirven. Se acumulan en el inbox y pasan a ser uno más de los 3,333 mensajes que llegaron a destiempo y devinieron en indescifrables, obsoletos. Pero no sólo tienen que ser oportunos los mensajes. También tienen que estar bien dirigidos. Los FYI, dear all, just a reminder, to whom it may concern, no valen. Directo a los deleted items. Purgan por unas horas en el limbo cibernético para luego desaparecer en el click del más allá. Es que, en la era de la información, hay que ser selectiva. La sobreoferta apabulla y las antenas se saturan.
Que el mensaje correcto llegue en el momento adecuado no es casualidad. Debe haberse dado una serie de condiciones. Que las supercarreteras de la información se encuentren despejadas. Que la comunicación sea clara. El contenido substantivo. No un forward de un forward que diluye la intención y despersonaliza la relación. Un mensaje bien codificado debe ser de tu a vos. De mi para ti. De ida y vuelta. Sin abreviaciones y sin emoticones. Claro y fuerte. Conciso y preciso.
Cuando era pequeña mi padre me decía, habla claro, vocaliza, no te comas las palabras. ¿Qué diría ahora? Escribe claro, no abrevies, no cortes las palabras ni cambies las q’s por las k’s. Me diría, no tengas miedo de mandar los mensajes, hazlo en el momento oportuno. Ni antes ni después. Si quieres que te escuchen timbra primero, timbra fuerte.
Seguro diría eso, seguro haría eso. Pero yo no quiero andar saturando pantallas ni haciendo vibrar carteras o bolsillos. Sólo quiero encontrar mi muro pintado de cuando en cuando. Sentir un zumbido en mi cartera como quien no quiere la cosa. Distraerme con las letras que desfilan por la esquina inferior derecha de mi pantalla cuando estoy redactando un documento importantísimo. Y que todo eso pase en el momento en que lo deseo, en que lo necesito. Que venga de quien quiero y redactado de la forma que me gusta. ¿Es mucho pedir?

3 comentarios:

Cesarolo dijo...

Tienes que mandar este post como un forward a tus jefes y compañeros de trabajo jajaja.
P.D.- Este mensaje se autodestruirá después de ser leído... bip bip bip biiiiiiiiiiiiip

Anónimo dijo...

Respuesta: Sí... pero el que no muere por conchudo, que muera por cojudo! Amén!

Ebam dijo...

oh guys, you both totally missed my point...