jueves, 17 de abril de 2008

libélulas


Las libélulas me recibieron en el trabajo, justo cuando pasaba la caseta de seguridad, era casi un enjambre, volaban alrededor mío como helicópteros enanos reconociendo un terreno. Sonreí y seguí caminando, despacito para no espantarlas, hubiera querido que me acompañen hasta mi escritorio, invadan mi cubículo y se posen en cada uno de mis papeles, adhiriéndolos a sus patas para luego esparcirlos por todos lados, liberándome.

No importa, no puedo pedir tal sacrificio a animalitos tan nobles que sólo aparecen como portadores de algún mensaje indescifrable o para anunciar una visita. No importa que ya no estén conmigo. No importa si permanecen donde los encontré. No importa si reciben o no a otras personas. No importa si esas personas les prestan o no atención. Sólo espero que no los espanten, que no traten de aplastarlos, que no les den de manotazos.

Las libélulas me siguen rondando la cabeza, han decidido acompañarme a pesar de lo hostil de este ambiente. No las veo pero las siento. Hay un zumbido de aleteo casi imperceptible que está logrando aligerar la carga.

6 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Cesarolo dijo...

¿Qué retumba, qué zumba a tu alrededor? ¿Es un aleteo que se convierte en ronroneo? Un aleteo que sólo quiere sublimar lo más insensato que te rodea y te arrulla, te libera...

Carla dijo...

Qué noticias o buenas nuevas portan? Qué deparan?
Siempre pienso que son senales que te muestra la vida y naturaleza en todo su esplendor.Debe haber sido una bonita escena.

DE PIEDRA O CRISTAL dijo...

Diles que me acompañen esta semana por favor, necesito de ese aleteo para aturdir un poco mi angustia y mi gran vacío

Ebam dijo...

raudas van a tu encuentro y funcionan, envié algunas a un pata el otro día y dizque que llegaron...