viernes, 8 de mayo de 2009

Redonda redonda barril sin fondo


Nada volvió a ser lo mismo. Aun hoy. Con tus 20 y mis 44. Con tu ímpetu y mi resignación. Te veo ir y venir, y darte de cabezazos contra la pared. Te observo, ¿qué me queda? Mis consejos devinieron en obsoletos. Ni pretendo dártelos. A palabras sordas oídos necios. Me permito observarte detenida, concentrada en mi vientre que ya no te contiene. Un día apareciste en mi vida para quedarte en ella impregnado. Te expulsé con dolor y en silencio, mi madre pensó que había muerto porque no gemía, de tan concentrada en contar las respiraciones que te mantuviesen libre de cualquier complicación. Y así llegaste una madrugada de octubre, tras 24 horas de intensa labor. Siempre fui cobarde para el dolor, pero el umbral de mi resistencia se elevaba con cada contracción, es que quería mantenerte a salvo, tanto como ahora, sólo que ahora de mi ya no depende tu vulnerabilidad. Lactancia a demanda restó firmeza a mis senos y casi me vuelvo loca. El pediatra, tu padrino, que fuese una vaca lechera, mi madre, a la antigua, que te pusiese horarios, hasta mandar todo a la mierda y concentrarme en tu mundo que era el mío, para descifrar juntos el único código que compartimos, el de la mirada. Te bautizaron como el gordo feliz, a las 8 de la noche te quedabas dormido con el corazón tan lleno como la panza, de leche y amor. Y yo contigo, y yo contigo… he tratado de reconstruir en retrospectiva ese lenguaje maravilloso que nadie nos enseñó, cierro lo ojos y vuelvo a mi vientre, para percibir los rastros de un camino que hace tiempo dejamos de andar juntos…

4 comentarios:

Fernando Bolaños dijo...

Lindo, Mabe... Nos abres una ventana a esa maternidad real que tiene poco que ver con esa realidad idealizada de la propaganda, los discursos oficiales, las poesías de los colegios, las políticas de los ministerios y las fantasías nuestras, las de los hombres... GRANDE, MABE!!!

Patricia Gastelumendi dijo...

Mabe, me gustó! Pero luego de conocer a Renato se me hace difícil pensar que tus consejos hayan devenido en obsoletos o tus palabras hayan sido sordas. Lo que pude ver fue un chico maduro, dispuesto a compartir con las amigas locas de su mamá y de estar a gusto. Yo vi mucho de ti en él.
Además no comparto contigo eso de la resignación. Creo que todavía no nos ha llegado el momento de resignarnos, tal vez no tengamos el mismo ímpetu que un muchacho de 20, pero nos queda mucho de esa pasión que ponemos en las cosas que hacemos, para tratar de hacerlas bien. En particular en nuestra difícil tarea de ser madre.

Ebam dijo...

Fer, más real que la maternidad, ni el dolor, ni el miedo, ni el amor, ni la desesperación...no es un dulce el que nos comemos las madres, es una combinación de sabores y sinsabores que muchas veces nos indigesta pero que al final nos nutre... te aseguro que no es nada fácil!! gracias por apreciar lo que no necesariamente se espera de una madre...

Ebam dijo...

Patty, creo que a veces no sé manejar mis expectativas.. gracias por devolverme una imagen que suelo perder de vista, gracias de verdad!!! también gracias por el jalón de orejas, nada de resignación, sino mucha pasión es la que nos demanda esta loca carrera de la maternidad!!!