viernes, 7 de septiembre de 2007

La niña de mi sueño

La niña de mi sueño se llama María Fé. Es portadora de un mensaje. Su rostro lo dice todo. Está sucio de polvo, su cutis áspero, no corresponde al de una niña de tres años. Es injusto, no vale, me rebela, me duele y me parte en dos el corazón.

Cuando la soñé, la sostenía en mis brazos y estaba llena de barro. La lavaba y el barro la ahogaba, hasta que el agua se aclaraba y ella empezaba a respirar con dificultad. Yo no la soltaba y le soplaba la nariz, como hacía cuando mis hijos estaban chicos y se atoraban. No sé si el método sea muy científico, pero funcionaba. Funcionó en el sueño también.

Estando en Pisco el miércoles 29 de agosto, dos semanas después del terremoto, llegué al barrio de San Clemente a 10 minutos del centro. Allí vi a la niña de mis sueños. Su rostro me jaló el ojo entre un grupo de alrededor de 15 niños. Se me acercaron en mancha al verme con la cámara. Siempre pasa los mismo, hay una magia en las cámaras digitales. A ellos y a ellas les encanta verse, que los vean, ya no pasan más desapercibidos si el lente los captura y queda un vestigio inmediato.

¿cómo te llamas? le pregunté. María Fé, me dijo. Me empecé a ahogar con mi barro interno. No había quién me sople la nariz. Ella lo hizo, así lo sentí. Con su mirada, con su sonrisa, con su nombre, empecé a respirar nuevamente. Método infalible parece, el del amor.

1 comentario:

Cesarolo dijo...

No sé qué comentar, no sé si fue una premonición o simplemente una coincidencia, sólo sé que cuando los sueños van más allá de las simple palabras y se convierten en acciones, Calderón de la Barca pierde toda su validez porque la vida ya no es sueño porque los sueños ya no lo son.